La Comunidad del Palillo: dump de baterías, solos y bateristas
11 min read

Uno de mis primeros recuerdos rabbitholeros de internet anida a comienzos del siglo, cuando buscando cosas para bajar en KaZaA (un cliente de intercambio P2P de la época) vi un file que prometía algo así como un "Joey Jordison brutal solo". Suena a porno extremo, pero era un solo de batería de #1, el baterista original de Slipknot, en un show en Polonia. Joey estaba sentado en una butaca medio-gamer-medio-ortopédica y tenía la batería aferrada a una plataforma que no sólo iba girando sobre su eje, subiendo y bajando, sino que además rotaba. Al minuto de arrancado el solo, Joey frenaba como dándolo por terminado. Pero ahí pasaba esto:

Hola, ¿qué tal?

Antes de internet, el toparme con el instrumento se daba de forma aleatoria: videoclips en vivo, escenas de películas, ir a comprar una remera a una galería de Lomas de Zamora y que haya una Tama Rockstar armada en otra vidriera. Con internet, en el 2000 el portal de la música se me abrió por completo, pero no fue hasta 2003 que me empezó a interesar tocar. En 2004, en primer año de la carrera, le compré a un fisura de la facultad los cuerpos de una Colombo Junior hecha pelota por 180 pesos (100k de hoy) y me regaló unos platos cortados que tenía y unos fierros fieros pero que me permitieron armar algo así como una batería y empezar a ensayar con Beto. Ese año se mudó al lado de casa un pibe que era batero de rock progresivo, Ariel "Muralito", y entre juntadas y porros surgió que me enseñara a tocar con un sentido.

Tras bastantes vueltas, tuve mi primera banda en 2007. Aunque en mi corazón todo arranca en verdad con la segunda, Androide Mariana, en 2009. Y tantos años después, mi próximo show va a ser este jueves 30/10 en la Ciudad Cultural Konex, con El Pacto Quiroga. Ni se gasten en trollearme: tengo claro que soy un batero mediocre pero aún así no saben lo divertido que resulta.

Tocar la batería es lindo, lo feo es tener que ponerte a desarmar 80 mil cositos mientras tus compañeros de banda se pueden abrazar lo más tranquilos.
Tocar la batería es lindo, lo feo es tener que ponerte a desarmar 80 mil cositos mientras tus compañeros de banda se pueden abrazar lo más tranquilos.

"Not Quite My Tempo"

Hablábamos de solos de batería y medio mundo parece haber visto Whiplash, así que saquemos ese elefante de la habitación. "Ah, ¿tocás la batería? ¿Cómo era esa peli del pelado insoportable y el chabón al que le sangran las manos?" El film de Damien Chazelle no deja indiferente a casi nadie. Muchos lo aman. A mí me pareció medio pretenciosa en la línea de El Cisne Negro –encima sin Natalie Portman–, con una historia sobregirada acerca del lado oscuro de los sueños artísticos que es poco más profunda que películas de niños como Sing y tantas otras. Una La La Land con el culo fruncido. Y la recuerdo más por la interpretación de JK Simmons del profesor Terence Fletcher que por el solo de batería que funge de leit motiv, quimera y Rubicón para el protagonista. Un solo que no me saldría ni de pepa y que me da paja embeber.

"Thanks, I Like to Play"

Ahora, ¿sabés de qué "drum solo" del cine no me olvido más? Del de Garth en El mundo según Wayne.

La maldición de Spinal Tap

Otra de la que me acuerdo siempre es Spinal Tap, una película de 1984 dirigida por Rob Reiner que el mes pasado estrenó su segunda parte, más de 40 años después –pero no la vi–. La original es desopilante, muy graciosa y muy contemporánea a la época en la que salió: está plantada como un falso documental que sigue las peripecias de la banda Spinal Tap, y entrega un gag atrás de otro. El que viene más al caso es la maldición que pesa sobre el puesto de baterista en la banda, ya que cada uno que se sienta en la banqueta termina muerto: por ejemplo, por ingesta de vómito (ajeno) o hasta por combustión espontánea. Premium.

"I'm Spartacus"

Vi Wayne's World por primera vez llegando a finales de los '90, ya más preadolescente, pero de pibito hubo otra secuencia que me hizo interesarme en la batería. Fue en 1996, a los 10, en la misma peli donde confirmé mi enamoramiento y/o primeras calenturas con Liv Tyler: That Thing You Do o Eso que tú haces, una película mega liviana con Tom Hanks como mánager de un grupo beat de los 60s, The Wonders. A Liv la tenía del clip de "Crazy", de Aerosmith, que las sexplotaba a ella y a Alicia Silverstone en un clip promocional de la banda de su propio padre, Steven Tyler.

"I'm Spartacus", decía el loco en la tele de mi casa, chill de cojones y con una onda total. Era buen tipo, y al final se quedaba con Liv. Antes de Viejas Locas, Fun People, el nü metal y Babasonicos, antes de ellos estuvo "Spartacus". El baterista de The Wonders, Guy Patterson, tenía un background jazzero pero tocaba rock, como Charlie Watts, Ginger Baker o Mitch Mitchell. Pero banana. Recontra banana.

Ringo Starr: respeten los rangos

Si tu batero no te hace reír y no es capaz de domar el desconcierto del ambiente en una sala de ensayo, en un estudio o un escenario, entonces perdoname reina pero para mí baterista no tenés. Puede que Ringo no fuera el batero más legendario, pero sin dudas es el más icónico. Starr es el powersource de Los Beatles, una fuerza de la naturaleza azotando una Ludwig que le quedaba allá abajo, tocando de una forma que exploraba un tipo de creatividad distinto al típico del jazz, y que sería la plataforma para la música psicodélica, desde el inmediato Swingin' London hasta el stoner.

Este tipazo se llama Ringo Starr y tu abuela se lo quería fifar
Este tipazo se llama Ringo Starr y tu abuela se lo quería fifar

Sin una expresión demasiado salvaje en su tocada –salvajada que sí recibió su esposa en forma de agresiones de todo tipo en los años más duros y borrachos del batero–, Ringo Starr se las amañó además para ser posiblemente el baterista más querido de todos los tiempos. E incluso aunque todo el mundo lo odiara, fue el baterista de los Beatles. Respeten los rangos. Fin del comunicado.

Bah, fin no, mírense estos videos:

Ginger Baker, John Bonham y Keith Moon: los tres demonios

Estos tres íconos de los '60 representan una especie de monstruo de tres cabezas que domina la primera era del rock pesado como una fuerza total y omnipresente. Primero aparece Keith Moon atrás de los parches de The Who en el '64. Después Ginger Baker arma Cream junto a Jack Bruce y Eric Clapton en el '66. Y finalmente John Bonham se suma a Led Zeppelin en el 68.

Tres salvajes, sinvergüenzas, buscavidas, mujeriegos, malavidas, porquerías, mentirosos, desgraciados, embusteros, chupachichis, ¿qué querés? Los tres ingleses, dos muertos muy jóvenes, Moon y Bonham. Gente que azotaba sus baterías como si fueran orcos dotados de una magia finísima. Cualquier cosa que escriba no les hará justicia. Dropeo unos videos, pero da para mirarlos horas.

Moon haciendo "My Generation" poco antes de su muerte:

El solo de Bonham en "Moby Dick" en el Madison Square Garden:

Baker al límite del blast beat con cara de desquiciado total:

Charlie Watts y Roger Taylor: dos clases de magia

De aquella camada sólo pude ver a Charlie Watts cuando los Rolling Stones vinieron al Único de La Plata en 2006 y a Roger Taylor, uno de los sobrevivientes de Queen, cuando vinieron a Vélez en 2008. Taylor es una bestia y compuso temas icónicos de Queen como "Radio Ga Ga" o "A Kind of Magic". Pero no tengo mucho más para decir sobre él.

A Watts lo vi medio de lejos pero tampoco necesitaba verlo. Esos golpes que retira del hi-hat cuando le da al tacho son una ausencia que se nota –sí– hasta en un estadio repleto. Ese yeite queda al frente en esta escena de Shine a Light, la película de Martin Scorsese sobre los Stones: no es sólo la técnica signature de Watts, es su efectividad, la concentración absoluta, el sostenimiento del groove mientras todos los demás hacen sus firuletes. Larga vida a Charlie Watts, batero del grupo más grande de todos los tiempos.

Marky Ramone y Stephen Morris: conocé a tus ídolos

El haber podido trabajar como periodista musical me dio zarpadas satisfacciones, pero dos que guardo con mucho cariño fueron haber entrevistado a los bateros de tres de mis bandas favoritas –incluso cuando me salieron entrevistas bastante mediocres–. Stephen Morris, baterista de Joy Division y New Order, y Marky Ramone, baterista de los Ramones (obviamente).

La charla con Morris fue en 2011, al respecto del regreso de New Order, y pude preguntarle sobre su juventud como fanático de la música ("El mundo era mucho más serio y gris; y la banda que escuchabas era tu escudo, tu credencial y tu bandera, algo muy importante"), las idas y vueltas con Peter Hook, y cómo era para Joy Division grabar con el delirante de Martin Hannett.

Con Marky la entrevista fue en 2010, cuando vino a dar unos shows junto a Michael Graves (el cantante de Misfits post Danzig), y charlamos sobre el quilombo que se armó después de su show en el subsuelo del Teatro Colón en 2008 –hice pogo en un sótano del Colón viendo a un Ramone, qué carajos– y de su trabajo paralelo haciendo videoclips, ropa y documentales. Antes del show, Marky se copó y le autografió un parche de tom a uno de mis mejores amigos, Adrián, baterista de Méndigos 14 en su juventud.

Totalmente al contrario de lo que se propone en Twitter: conocé a tus ídolos.

Tommy Lee, Dave Grohl, Taylor Hawkins y Matt Helders: jinetes en la tormenta

Algunos de los bateros más reconocidos de las últimas generaciones terminaron tocando en Argentina en un marco de tormentas, lluvias torrenciales y nubes de vapor entre la gente. Tommy Lee, de Mötley Crüe, en el Pepsi Music 2008 –y debo admitir que también usé KaZaA para bajarme su video del barco con Pamela Anderson–. Y por otro lado Dave Grohl & Taylor Hawkins, de Foo Fighters, y Matt Helders, de Arctic Monkeys, en la noche del tormentón histórico de Foo Fighters y Arctic Monkeys en el Quilmes Rock 2012. Trabajé en ambos festivales así que si hacés clic en los vínculos vas a poder ver las crónicas de esos recitales.

Al único que pude entrevistar de ellos –el año previo al show del Quilmes– fue a Taylor Hawkins, batero de Foo Fighters fallecido en marzo de 2022. Hablamos sobre la sobredosis que casi lo mata en 2001, el compartir banda con el baterista de Nirvana, la música dominante sobre la tecnología y el fin del mundo. La nota salió en abril de 2011, justo antes de que Foo Fighters publicara su disco Wasting Light.

Travis Barker: el gran pendiente

Al que no pude ir a ver es a uno de los mejores bateristas de su generación y de los últimos 30 años: Travis Barker, de Blink-182. Es incontable la cantidad de videos que vi sobre él, no tanto porque su banda me gustara –no me interesaba antes ni me interesa ahora– sino por cierta fascinación con su técnica, velocidad y estética para tocar. Es decir, sus movimientos, más que su look, propiamente dicho.

Uno de los últimos grandes momentos de Travis en batería fue en Back to the Beginning, el show despedida de Black Sabbath y Ozzy Osbourne. Ahí se cruzó en una batalla a tres baterías con Chad Smith, de los Red Hot Chili Peppers, y con Danna Carey, de Tool. No está tan claro si las caras del batero de los Peppers tienen que ver con un fastidio real (por ahí se leen unas puteaditas de labios al retirarse del escenario) o con un acting como el de cuando tuvo su duelo de baterías en el show de Jimmy Fallon contra –claro que sí– Will Ferrell. Como sea, Travis hizo lo suyo, como siempre: un combo de elasticidad, precisión, energía y onda que es muy difícil hallar en todo batero.

Travis Barker con Blink-182 en el Lollapalooza 2024 | Foto: Ale Morasano
Travis Barker con Blink-182 en el Lollapalooza 2024 | Foto: Ale Morasano

Parches argentinos hasta el fin

Estuve soltando palabras como loco pero no me detuve a pensar en bateristas argentinos. Hay muchísimos de primer nivel en el país, la mayoría ubicados en un Olimpo ya sea por pioneros o por maestros de lo suyo. Los suelto en cualquier orden: Oscar Moro, Fernando Samalea, Javier Martínez, Rodolfo García.

Pero por supuesto cada uno tiene sus favoritos, por motivos no siempre claros. En mi caso, así empezaría mi lista de bateristas argentinos que disfruto mucho de escuchar y/o de ver tocar:

Panza / Diego Castellano (Babasonicos)

Black Amaya (La Pesada, Pappo's Blues y Pescado Rabioso)

Superman Troglio (Sumo y la primera etapa de Las Pelotas)

Fernando Ricciardi (Los Fabulosos Cadillacs, Cienfuegos, Mimi Maura, El Siempreterno)

Walter Broide (Los Natas y Poseidótica)

Ray Fajardo (El Otro Yo, Jauría)

Lulo Esaín (Acorazado Potemkin, Motorama, Fantasmagoria)

Con Ray Fajardo en una época coincidíamos mucho en el Tío Bizarro. Con mi grupo solíamos ranchar en el patio fumando con bandas amigas (Invasión Índigo, Le Premier Enfant) o con algún clan de la zona con el que había trato (Viva Elástico), y de pronto pintaba Ray. Varias veces hablamos de lo bien que tocaba (toca) Tifi Rex, de Los Reyes del Falsete. Y en la última época de esos cruces también hablábamos de lo buena que era (es) con el instrumento Roki Fernández, de Amor Elefante.

Y con Lulo Esaín nos cruzó el trabajo. Hace mil años lo entrevisté. Durante mucho tiempo lo vi arriba del escenario, donde su pegada es legendaria y verlo tocar en cuero es casi regla. Y más recientemente trabajamos con él porque es parte de la cooperativa cultural CEd (que nos ayuda a El Pacto Quiroga con cuestiones de gestión y fechas). Siempre lo escuchás llegar porque lleva colgadas banda de llaves de afinación enganchadas a una cadena enganchada a una presilla de sus jeans, siempre negros y siempre chupines. Lulo tiene amplio track récord como drum doctor en grabaciones y vivos, productor y eventualmente como stage y tuner. Un lujo total.

Claudio Maffia: Kapanga y la Guerra de Malvinas

Durante muchos años no se supo, pero Claudio Maffia, el baterista de Kapanga, fue parte de la Guerra de Malvinas como soldado continental en Tierra del Fuego. Cumplía el servicio militar obligatorio mientras las tropas argentinas llegaban a la Isla Soledad y tomaban Puerto Argentino, lo que derivaría en la rendición del gobernador británico y el comienzo de la Guerra.

"Fue una cuestión psicológica muy fuerte", contó en La Viola en 2022. "No sabías cuánto iba a durar o qué nos podía pasar. Todos los días estábamos preparados para cruzar (a las Islas). Después llegó el bloqueo inglés para no dejar pasar asistencia en alimentación y armamentos. No se podía ir. Los aviones Hércules volaban a muy baja altura para llevar provisiones y no ser descubiertos. Un conflicto así no era esperado por nadie. Hubo camaradas y gente que dieron la vida por la patria. ¿Dónde está ahora el patriotismo? A los soldados continentales nos ningunearon estos 40 años y a los excombatientes en algún momento también les llegó."

Baterías en Magic: The Gathering: el arte de la guerra

Más arriba hablaba de Tommy Lee, y hace 30 años que Magic: The Gathering tiene una carta meme de un personaje que se parece mucho, pero mucho a Vince Neil, el cantante de Mötley Crüe (adjunto pruebas). A lo largo de la historia del TCG salieron varias cartas de la temática. Hay artefactos que son tambores o panderos, criaturas como el Deeproot Drummer de Mercadian Masques o el Clockwork Percussionist de Duskmourn, pero la carta que más sobresale, además por sus variadas reimpresiones, es el encantamiento Goblin War Drums, que le da amenaza a todas las criaturas propias.

Uno de los artes de las Goblin War Drums, por Wayne Reynolds
Uno de los artes de las Goblin War Drums, por Wayne Reynolds

Baterías en videojuegos (pero a qué costo)

Max Payne, Spider-Man 2, Cyberpunk 2077, The Last of Us 1 y 2, GTA Vice City Stories. Hay baterías en muchos juegos (no, en Los Sims 4 no) y algunas incluso se "pueden tocar". Pero en general forman parte del decorado. Excepto la batería albiceleste de Club 47, una de las misiones de Hitman recordada tanto por lo flashero de que el sicario supiera darle a los palillos, como por el horrible vestuario que se debe calzar el pelado para la ocasión.

La balada del batero merquero

"Vamos a tocar en la banda del batero merquero/ Cómo le gusta pasarse toda la noche zapando despierto/ Vamos a tocar madera para que no se pase/ Porque ya todos sabemos lo difícil que es conseguir un buen batero."

Así terminaba una canción de 2010 titulada, claro que sí, "Batero merquero", de la banda Rashplash. Un copetín de picaresca que dejé para lo último para cortar con tanto tutupá-tutupá.

Por ahora, dejo hasta acá, pero es obvio que me faltó hablar de un montón de bateros, de cuestiones más precisas del instrumento en sí y de todo el peso que la batería tiene en la materialidad musical. Quizás más adelante complete este artículo. Quizás no. De ahí lo de "dump".

Las advertencias fueron debidamente presentadas antes de esto que suena aquí, que es el redoble del final.