Buenos Aires Bluegrass: en Parque Avellaneda también crece pasto azulado
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Quería explicarles qué tipo de música es el bluegrass a los lectores de 421. De dónde viene. Cómo surgió. Qué vínculo guarda este género musical energético y divertido con los pastos azulados de las praderas rurales de Kentucky. Así que les pregunté a Henry, Jonah y Amalia si podían ayudarme a reponer contexto.

Aunque los tres son estadounidenses, ninguno vio jamás esas pasturas, pero suelen orbitar la incipiente escena bluegrassera de Buenos Aires que, desde un entorno urbano y cosmopolita, viene pujando por un espacio entre los sonidos de nuestra ciudad. Al punto de que el domingo 14 de diciembre, desde las 15 hs, se hará la cuarta edición del Festival Buenos Aires Bluegrass (BABluegrass), una propuesta gratuita y al aire libre que reúne a un puñado de bandas y agitadores del género en la Chacra de los Remedios, Parque Avellaneda.

Mientras los diversos proyectos musicales que van a participar del festival preparan listas de canciones, ajustan horarios con la producción, piensan vestuarios y afinan un sinfín de cuerdas, quiero dar cuenta de un crisol de expats estadounidenses y de porteños que se encuentran para interpretar un conjunto específico de melodías, con instrumentos como banjo, mandolina y violín. Pero mis fuentes me han cortado menos diez y no hay chances para el abordaje genealógico del género. Señalan que todo lo que sea historia lo consulte con Norman, una wikipedia bluegrassera andante, que se encuentra aquerenciado en el barrio de Belgrano.

Pero entonces Henry me retruca: "¿No querés intentar, para tu artículo, un ángulo que reponga el recorrido de un banjoista buen mozo y meditabundo, que todavía está buscando su lugar y su gente?".

Sugar Mountain en el BABluegrass 2024 en Parque Avellaneda | Foto: Charly Vidal
Sugar Mountain en el BABluegrass 2024 en Parque Avellaneda | Foto: Charly Vidal

El tío copado

Además de ser un músico consumado, Henry es muy bueno para narrar historias. Seguro va a despacharse con un cuento interesante. Entonces le doy pie:

Tengo un tío, Kim, que es una suerte de personaje muy pero muy excéntrico. Sabe preparar helado casero con nitrógeno líquido y tuvo como setenta trabajos diferentes en su vida, desde profesor de Hidrología en un Community College hasta escritor freelance, pasando por guía de kayak en aguas bravas. Vive en Wyoming y sólo hará algo si puede hacerlo de manera perfecta y exactamente de la forma que él quiere.
Kim tenía un banjo Baldwin ODE de 1970, un modelo bastante interesante. Y justo en la época en que yo andaba entre los 12 o los 13 años y pasaba por mi fase rockera, decidió que su carrera con el banjo estaba terminada. No podía tocar de la manera en que él se oía tocar en su cabeza. No le salía interpretar la música como a los maestros del banjo que más admiraba.
Kim se niega a subirse a aviones, pero atravesó medio país desde Wyoming para visitar a mi familia en Massachusetts –a unos 3000 kilómetros de distancia–. Tenía una especie de Subaru o Toyota. Y llegó a casa y sencillamente me dio su banjo, diciéndome que no encontraba ningún uso posible para el instrumento.
Por alguna razón que desconozco, en mi casa había discos de bluegrass. Mi viejo tenía Double Banjo Bluegrass Spectacular, de Tony Trischka. Y ahí mismo nos pusimos a escucharlo. Y yo tipo: ¿¡Qué es esto!? Acabo de aprenderme el solo de guitarra de Angus Young en Problem Child de AC/DC y amo a Axl Rose, quiero ser como él cuando sea grande. Aunque mis viejos estén aterrados de que cuando crezca me convierta en músico, porque no quieren que me vuelva drogadicto. Pero, a la vez, estén secretamente felices de que finalmente descubrí algo que me interese.
Cuestión que mi viejo y el tío Kim se quedaron escuchando esos discos de bluegrass. También teníamos una pila de libros para aprender a tocar el banjo que andaban dando vueltas por la casa, no sé por qué. En fin, los agarré y me dije: "Bueno, ya fue. Esta noche me voy a convertir en banjoista". Y creo que esa misma noche saqué un par de canciones de esos libros. Y después guardé el banjo en el estuche y no lo volví a sacar por años. Hasta que un amigo de la facultad que tocaba bluegrass me impulsó a empuñarlo otra vez y me dije: "Podría volver a probar esto".

-¿Trajiste el banjo cuando te viniste para Argentina?

-Henry: Absolutamente. 

Pic-nic en el BABluegrass: no olvides llevar lona, reposera y mate | Foto: Charly Vidal
Pic-nic en el BABluegrass: no olvides llevar lona, reposera y mate | Foto: Charly Vidal

Un six pack de Quilmes

Henry prosigue con su relato autobiográfico:

Cuando vine a la Argentina traje el banjo pero no tenía idea de cómo iba a ser la escena bluegrass. Me acuerdo de googlear antes de venir: "bluegrass Argentina". Y la primera respuesta que me sugirió Google fue esta banda buenísima, Che Apalache. Me acuerdo de escucharlos y decir: "Pucha, ¡son buenos!" Les escribí y me dije que cuando llegara a Argentina me tenía que hacer amigo de ellos. Pero para entonces la banda ya no existía y no me respondieron.

Fundado en 2013, Che Apalache fue un proyecto musical liderado por Joe Troop, del que participaron Martín Bobrik, Pau Barjau y Franco Martino. Producido por el legendario Béla Fleck, en 2020 su primer disco fue nominado al Grammy como mejor álbum de folk. Pero cuando Joe volvió definitivamente a Estados Unidos, la banda se disolvió. Aunque Pau, Franco y Martín siguen tocando en proyectos que se pueden escuchar en nuestra ciudad, como Angry Zeta o Rodeos.

La segunda banda que me sugirió Google fue una tal Estación 39. También les escribí y ellos sí me respondieron: "¡Hey, cuando estés por Buenos Aires, juntémonos o algo!" La beca con la que vine hasta Tucumán tenía un seminario de orientación en Buenos Aires, así que contacté a la banda y me fui con el banjo para la casa de Danny Boy, mandolinista de Estación 39.
Había muchas personas esa noche, que aparecieron y que tocaban esta música que yo conocía y que me recordó a mi hogar, de una manera extraña. Porque no es exactamente de mi hogar. Y, por otro lado, ¿cómo podés tocar música que sea "originaria" de un lugar en 2025? Todos somos unos pequeños collages de diferentes intereses, junto con una diversidad de experiencias que nos fueron impregnando.
Así entré en contacto con esta escena. Llevé un six pack de Quilmes a lo de Danny (risas). En esa época pensaba que era la mejor cerveza jamás inventada, por ser vastamente mejor que las cervezas baratas de Estados Unidos, lo que creo que sigue siendo cierto. Y con esta gente, que era toda muy divina, nos fuimos a otro bar. Luego me di cuenta de que era Antiguas Lunas, donde esa noche tocaba Estación 39 en el marco del ciclo de bandas de bluegrass que solían organizar. Y estaba Norman, que me invitó con otro par de cervezas. Y yo tipo: "¡Esto es tan lindo!" Y cuando terminaron las bandas, seguimos tocando en una jam de música old-time.

Cuando junta unos mangos y no se confunde las fechas de los fines de semana largos argentinos, Henry Colt viaja a Buenos Aires desde Tucumán para tocar el banjo con sus amigos y agitar su participación en la Baigorria String Band, proyecto del que también forman parte Alani Sugar (violín), Nuala Mc Loughlin (violín), Jonah Schwartz (mandolina), Eric Brown (guitarra acústica) y Mariana Suárez del Cerro (contrabajo). Este año, La Baigorria –como le dicen todos– toca por primera vez en el Buenos Aires Bluegrass. Y quiera el espíritu de Bill Monroe ayudarlos a definir el arte de tapa de su primer disco de una buena vez.

Baigorria String Band, lista para entrar en acción en Galería Fémur | Foto: María di Negro
Baigorria String Band, lista para entrar en acción en Galería Fémur | Foto: María di Negro

Próxima estación: Parque Avellaneda

Además de ofrecer hospitalidad al gringo recién llegado, en Estación 39 hacen música, giran por Europa, graban discos y organizan ciclos y festivales. La banda está conformada por Irina Rabenstein en contrabajo, Nuala Mc Loughlin en violín, Juma Molina en banjo, Matías "Matt" Giliberto en guitarra acústica y "Danny Boy" Wexler en mandolina. Luego de incursionar en el cancionero bluegrass, paulatinamente se animan a escribir sus propias canciones y a reversionar clásicos locales como "Mañanas campestres", pero en clave bluegrassera.

Además, desde 2023, Juma y Matt vienen impulsando la organización de un festival donde reunir propuestas del género y sus derivados, en un espacio apto para todo público. De ahí su compromiso con buscar locaciones donde se pueda hacer un festival sin cobrar entrada, preferentemente al aire libre (donde se puedan llevar equipo de mate, reposeras o una lona), y que puedan crecer y sostenerse entre todos los que quieran dar una mano.

Estación 39, con las cuerdas afinadas para el BABluegrass | Foto: Valentín Caso Rosendi
Estación 39, con las cuerdas afinadas para el BABluegrass | Foto: Valentín Caso Rosendi

Pero ¿en Argentina ya no había un festival de música country, un género que más o menos incluiría al bluegrass? Muy amorosamente la banda cuenta el por qué de esta propuesta:

Con Estación 39 solemos participar en casi todos los festivales de música country que hay en el país, que hay varios. Y fuimos viendo que el country local abrevó en un sonido que se inclina más hacia el rock, incluso el blues también es muy rockero acá. Ves las bandas y te encontrás con guitarras eléctricas, batería, bajo eléctrico. En cambio, nosotros tenemos una propuesta muy acústica, que en un contexto así es difícil de microfonear y amplificar. Por momentos, nos sentíamos sapos de otro pozo. No podíamos competir contra la presión sonora de las otras bandas. Por eso fuimos sintiendo la necesidad de ir gestando una escena que también empalmara con la jam de música old-time, por ejemplo. Mientras tanto, veíamos que acá tenés el Buenos Aires Jazz, el Buenos Aires Tango, el Buenos Aires Reggae, el Buenos Aires Rap… Entonces, nos dijimos: "Hay que hacer un Buenos Aires Bluegrass".

Con el paso de las ediciones, la organización del festival también se propuso ofrecer un espacio para bandas de otras partes del país. Por ejemplo, en esta cuarta edición, además de formaciones (más o menos) porteñas como la Baigorria String Band, Estación 39, Robert's Rat, Bonanza, Rodeos, Angry Zeta o Sierra Ferrets, se suman los cordobeses Negráss, los platenses Cincinato y, desde Olavarría, llegarán Johnny Boy y sus Dancing Crickets. Como yapa, además de música habrá feria y algunos workshops. Mi favorito es el momento infaltable de la tarde en el que podés despuntar habilidades de line dancing siguiéndole los pasos a la compañía de baile MyS Country Dance Argentina.

Tirate un paso con MyS Country Dance Argentina | Foto: Charly Vidal
Tirate un paso con MyS Country Dance Argentina | Foto: Charly Vidal

Año tras año, el festival Buenos Aires Bluegrass va consolidándose. Y cuando les pregunto a las bandas que participan qué les gustaría que suceda con la propuesta, no dudan: "Tener más público", manifiesta Nuala. "Hacer más amigos", responde Eric. Mientras que Juma y Matt, con su mirada de agitadores y gestores, sueñan con poder traer proyectos de otros países e internacionalizar la paleta sonora del festival. En la segunda edición, en 2024, el músico canadiense Petunia (Petunia & The Vipers) se sumó al line-up a último momento y su participación todavía despierta la añoranza de todos los que pudimos escucharlo hacer yodeling.

Por lo pronto, la escena bluegrassera local vuelve a reunirse y celebrar su lugar en el mapa sonoro porteño, con todos aquellos que estén el 14 de diciembre desde las 15 en la Chacra de los Remedios, Parque Avellaneda. La entrada es libre y gratuita.

Ah, ¿te quedaste con ganas de la data histórica? Acá Norman te cuenta tres cosas que pueden interesarte:

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