El terror nos llama y atrae en cualquier formato, y la historieta tiene por lo menos 70 años de material de pesadilla. Con un comienzo más bien como subgénero, acompañando la aventura, o con monstruos presentados como obstáculos para los héroes del cómic primitivo, el terror cambió de pieles y logró evoluciones que aún lo mantienen vigente. Justamente, hay tanto que leer que nos podemos perder o encontrarnos en laberintos que llegan siempre a los mismos títulos y nombres.
Como el Guardián de la Cripta, hoy voy a ser su anfitrión espectral para llevarlos de paseo por una biblioteca infernal que festeja todo lo que da miedo. Con recomendaciones para comenzar a leer mientras repasamos la historia del terror en las viñetas.

Como un zombie: el terror en el cómic norteamericano
Durante los primeros años del cómic "contemporáneo" como lo conocemos –es decir, post Action Comics #1–, el horror llegó a la viñeta como parte de las aventuras pero no como protagonista. Los monstruos que se popularizaron en el cine, como el Drácula de Bela Lugosi y el Frankenstein de Boris Karloff, comenzaban a aparecer en los cómics como versiones cartoon o villanos en las antologías de héroes o historietas de aventura de la época. No fue hasta la década del '50 que el terror pasó a primer plano con la editorial EC Comics y su tríada espeluznante conformada por The Vault of Horror, The Haunt of Fear y Tales from the Crypt, más popular por su serie de los '90.
El editor William M. Gaines había heredado EC Comics de su padre, como un negocio de historietas educativas y religiosas, pero al no funcionar terminó girando a las antologías de acción. Con el tiempo, las historias policiales se iban poniendo un poco más oscuras y llamaban la atención de lectores más grandes. Entonces Gaines y su co-editor Al Feldstein decidieron acelerar a fondo creando los títulos que inmortalizaron a la editorial. La clave, y un poco el modelo a seguir durante un tiempo en la industria, fue hacer historietas que impactaran visualmente, con historias donde había un comentario social y finales donde la justicia poética reinaba sobre las personas que hacían el mal. Otro punto clave de su éxito fue tener artistas adelantadísimos como Graham Ingels, Wally Wood y Jack Davis, entre otros.
Al poco tiempo del éxito de la editorial, el psiquiatra Fredric Wertham sacó el libro La seducción de los inocentes (1954) donde hablaba de la "mala influencia de los cómics" frente a los niños, principalmente aquellos de crímenes, policiales y terror. Esto ocasionó la creación de la CCA, la Comics Code Authority, que empezó a poner un sello validador en los cómics aprobados por este sistema de censura hiper estricto donde, por ejemplo, se prohibieron las palabras Terror y Horror en los títulos de las revistas.
Al igual que el "juicio al rock" en los '80, cuando Dee Snider de Twisted Sister declaró frente al Congreso, el editor William M. Gaines tuvo que ir a defender sus publicaciones frente una audiencia en el Senado estadounidense. No le fue bien y EC tuvo que cancelar sus revistas de terror. El espíritu de este tipo de publicaciones volvió recién en los '60 con las revistas Eerie y Creepy, y el personaje Vampirella, todos de la editorial Warren, quienes pudieron sortear el código ya que el formato era más el de un magazine para adultos tipo revista MAD que el de una antología de cómics.

En la década del '70, gracias al éxito de las antologías y a que la CCA bajó un cambio con la censura, llegaron los títulos de suspenso y terror en DC Comics y en la joven editorial Marvel Comics. House of Secrets, de DC Comics, presentó a La Cosa del Pantano (Swamp Thing) en 1971, que se volvería clave una década y un poquito después de la mano de Alan Moore. Mientras que Marvel sacó La Tumba de Drácula, con historias de vampiros incluyendo al cazador Blade, y en paralelo personajes como Ghost Rider y el título Son of Satan empezaron a fusionar de nuevo el mundo superheroico con elementos paranormales. Gracias a los autores que armaron el nuevo marco teórico de los cómics de los '80 (como Frank Miller con Batman o su Daredevil y Alan Moore con su Swamp Thing), las historias crudas, violentas y macabras empezaron a aparecer hasta en los títulos más mainstream.
Los '80 tuvieron su evolución perfecta en Vertigo, un sello que DC Comics creó en 1993 para hacer historietas adultas y que dio títulos importantes que podríamos categorizar dentro del terror, como la antología Flinch, Sandman de Neil Gaiman y Preacher de Garth Ennis, entre muchas otras publicaciones. Durante estos años también hubo un boom de editoriales independientes como Kitchen Sink Press, que publicó la historia de terror Black Hole de Charles Burns, y también la editorial Dark Horse, con Hellboy de Mike Mignola.
Con el tiempo, DC dejó morir Vertigo –aunque en la Comic Con de New York 2025 se anunció el regreso del sello– y los cómics de miedo pasaron a editoriales más chicas como IDW e IMAGE, donde encontraron un espacio para volver a experimentar sin la presión del mainstream. Si bien podemos nombrar muchos títulos del 2000 para acá, como Crossed de Gath Ennis, creo que The Walking Dead de Robert Kirkman fue el que logró volver a poner un poco de luz sobre el género, popularizando de nuevo al zombie como monstruo.

Japón, potencia de Yokais y Gore
En los '50, mientras en Estados Unidos la censura invadía los cómics, en Japón el manga comenzaba un viaje con el género de terror a un nivel tan extremo que con el tiempo llegaría a cruzarse con la pornografía. En 1959 nació el personaje de Kitaro (GeGeGe no Kitarō) de Shigeru Mizuki, considerado el impulsor de la cultura Yokai (monstruos y espíritus del folklore japonés). Si bien ya había mangas con este tipo de historias, el personaje de Kitaro logró hacerlas parte de un mundo propio, principalmente orientado a chicos pero que no escatimaba en ponerse turbio. Y los años que siguieron sí que fueron turbios porque el terror japonés entró en una fase de body horror, terror psicológico y terror social post bomba nuclear, de la mano de los maestros Kazuo Umezu, Hideshi Hino y Go Nagai.

Después de haber surgido con la costumbre de que el manga puede ser para todas las edades, el terror se tuvo que poner a la altura de una población que había vívido el horror nuclear y que vivía en tensión, como una sociedad traumatizada que tuvo a la violencia constantemente y muy cerca de sus vidas. Esto fermentó y nació de ahí lo que me gusta llamar post body horror, el Ero Guro. El Ero Guro Nansensu, que significa "gore erótico sin sentido", es una corriente de arte japonés de 1920 que protestaba contra los movimientos hiper morales de la época. Este subgénero de violencia gráfica y decadencia presentaba historias muy explícitas que visitaban todo tipo de perversiones. Entre los autores más populares encontramos a Suehiro Marou y Shintaro Kago, pero hay mucho material desconocido en Occidente y temáticas que podrían hasta no ser legales. Sin embargo, en la superficie donde encontramos a Marou y Kago, podemos disfrutar de un festival horrible pero increíblemente dibujado.

Y no podemos dejar de lado a quien hoy se considera el rey del horror japonés, con un estilo que marcó una nueva etapa en el manga: Junji Ito llevó el terror al manga a un plano de horror social y psicológico, con fuerzas oscuras fuera de la comprensión humana. Es un autor con mucha obra de la cual siempre se recomienda Uzumaki, sobre un pueblo maldito por una entidad en forma de espiral, pero que también cuenta con muy buenas antologías de historias cortas como Shiver, que es para mí donde más destaca su prolijo y grotesco dibujo.
Argentina y sus monstruos
La historieta argentina tiene una tradición sobre el terror que comenzó con las antologías inspiradas en la revista Creepy, que mencionamos anteriormente. De hecho, mucho del material de la editorial Warren se publicó a partir de los '70 a través de las editoriales Mazzone, SG y Mo.Pa.Sa , en revistas como Dr Tetrik, Tenebrarius y Noches de Terror. Pero si pensamos en autores nacionales tenemos que destacar a los maestros Horacio Lalia y Alberto Breccia, que espantaron con sus tremendos dibujos en obras fundamentales. Breccia tiene, entre su extensa carrera, los golazos de Mort Cinder, con guion de Héctor Germán Oesterheld (creador de El Eternauta), y los Mitos de Cthulhu con Norberto Buscaglia, publicado primero en Italia en la revista Il Mago, en 1973. Horacio Lalia, por su parte trabajó, en Nekrodamus a partir de 1975, otro personaje creado por Oesterheld, y también en adaptaciones de Lovecraft, Poe y H.G Wells, entre otros.

Acercándonos más a nuestros tiempos, la historieta argentina tuvo un renacimiento desde el 2010, aproximadamente, con la aparición de nuevas editoriales y espacios. El terror fue parte de ese movimiento en el cual me gustaría destacar obras como Mega y Legión, de Salvador Sanz, parándose como gran dibujante de monstruos; y El síndrome Gustavino, de Lucas Varela, con su estilo más cartoon llegando a lugares super oscuros en el guion de Carlos Trillo. Y no quiero dejar de mencionar la última etapa de la revista Fierro en Página|12, donde se publicaron muchos autores como Fer Calvi con su historia Lo blanco del ojo, donde mezcla crimen con terror.
Bueno, basta: ahora vamos a leer.
Historietas recomendadas para leer en la noche
Horror We? How's Bayou? (Haunt of Fear #17, 1953)
Esta historia con guion y dibujo de Graham Ingels tiene exploraciones que se acercan al body horror, asesinos locos estilo Ed Gein y los familiares de la masacre de Texas y lo que podría ser una proto criatura del pantano estilo Swamp Thing o Man-Thing. En este clásico, un doctor se pierde en la carretera y llega a la casa de unos hermanos sedientos de muerte.

The Anatomy Lesson (Swamp Thing Vol 2 21, 1984)
Punto de quiebre para el cómic de Alan Moore con los dibujos del equipo artístico de Stephen Bissette y John Totleben. Un científico realiza una disección a Swamp Thing para descubrir el secreto del monstruo. Esta locura de historia de terror tiene un enfoque filosófico que debate la existencia y la identidad. Te va a mover el cerebro.

Daredevil: Redemption (2005)
Con guion de David Hine y dibujo de Michael Gaydos, esta historia del héroe de Marvel nos lleva a un pueblito de Alabama donde un chico aparece brutalmente asesinado. Matt Murdock viaja como abogado para defender a unos jóvenes, acusados por ser "raros" y escuchar metal en un lugar estilo pueblo chico infierno grande. La historia está basada en los hechos reales del caso conocido como "West Memphis Three". Una historia muy oscura donde lo superheroico quedó afuera y lo que entró fue un thriller de terror tope de gama.

Ice Cream Man Vol 1 (2018)
Podría decirse que es una antología de terror con un toque de humor bizarro. Cada número es una historia conclusiva con personajes nuevos pero que tienen un hilo conductor a través de El Heladero. Un ser con apariencia de buen tipo que, como dice en el cómic, puede ser tu amigo, tu enemigo, tu dios o un demonio. Muy buen viaje, recomiendo. De los cómics actuales que más me gustaron. El guion es de W. Maxwell Prince y el dibujo de Martín Morazzo.

Criatura Maldita / Kyōfu! Jigoku Shōjo (1982)
Para que vayamos entrando en tema con el manga de horror. Criatura maldita (Kyōfu! Jigoku Shōjo), de Hideshi Hino, es una historia chiquita pero impactante que setea el mundo de este gran artista. Un padre abandona a una de sus gemelas recién nacidas por ser un monstruo deforme y esta pobre criatura termina en lo que se llama el Cementerio del Mundo, un basurero super heavy donde la pequeña comenzará su venganza contra la humanidad. Gore y drama con ese comentario social japonés sobre la gente desechada.

La sonrisa del vampiro / Warau Kyūketsuki (1999)
Suehiro Maruo nos cuenta una historia de vampiros con un toque de soft de Ero Guro como para empezar. Un estudiante es convertido en vampiro y se une a una banda de adolescentes vampiros que no sólo quieren sangre sino también experimentar todo tipo de violencia y perversiones. Si estás OK con este nivel explícito, te recomiendo seguir con su título más conocido Midori: Shōjo Tsubaki… a ver si te la bancas.

Desfigurado (2007)
Hay mucho para leer de Argentina, pero siempre me gustó esta novela gráfica, la primera de Salvador Sanz. Darío participa en unos experimentos sobre la percepción y ve algo que no tenía que ver. Ahora, con el velo de la realidad roto, tiene que sobrevivir no sólo a lo que hay del otro lado si no también a su propia existencia.

Más allá de estas 7 recomendaciones, número elegido a propósito para sacarnos los malos espíritus que podemos llamar con tanto horror, también pueden sumergirse en los nombres y las obras que fui mencionando cuando repasamos la historia de las historietas de terror en Estados Unidos, Japón y Argentina. Espero que hayan disfrutado esta lectura sobre el miedo en las viñetas y que me acompañen en algún próximo día de paseo en esta biblioteca infernal... ¡Muajajajajaja!
(Se aleja entre carcajadas y con un candelabro con velas derretidas perdiéndose en la oscuridad)