El 39, un meme juego argentino
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Este texto aparenta ser una review de un videojuego, pero me parece mucho más oportuno hablar de un fenómeno en el cual este videojuego particularmente está inserto: los meme juegos. Una categoría recién inventada pero que puede explicar un poco algo de lo que viene sucediendo en redes sociales a partir del hype que generan tráilers de videojuegos que luego nunca llegamos a jugar.

El 39 es un videojuego creado por Bohemian Productions (Lucas Gomila y Ramiro Argente), un estudio muy, muy chiquito. Como avisan al final del juego, hicieron todo a pulmón –sin un mango, sin apoyo–, simplemente por amor al arte. Y creo que El 39 tiene que ser analizado de esa forma, y no comparado con otros juegos indies o triple A, dado que sería bastante injusto.

El 39 nos presenta a un protagonista que acaba de salir de una fiesta en Constitución y tiene que tomarse el colectivo para volver a Chacarita. Pero –oh, casualidad– pierde el colectivo y queda totalmente regalado a las 3 de la mañana en las calles de Constitown. Para empeorar las cosas, le roban el teléfono celular y sólo le queda volver caminando. Para ello, busca ayuda en una pizzería Ugis cercana y recibe el auxilio del pizzero, quien le cuenta que existe una red subterránea de túneles que lo puede llevar hasta su barrio. El resto es lo que queda del juego. Que, si nos ponemos estrictos, es más bien una demo larga (creo que ayudaría bajar el precio a 0.99 $USD).

Siempre que juego un videojuego, intento dilucidar dos aspectos fundamentales: sus mecánicas (las acciones básicas del juego) y el mundo. Es decir, ese espacio virtual que el videojuego construye, donde las mecánicas tienen sentido. En esa línea, El 39 es un juego casi que te diría 90% de mundo. Lo mejor del juego es la construcción de esos muy reducidos y pequeños escenarios, pero que son suficientes para darle atmósfera al juego. Un juego sin atmósfera es –en general– una desgracia, porque no logra ningún efecto inmersivo, salvo que las mecánicas sean impecables. En cuanto a ellas, ahí está la parte más floja: simplemente caminamos e interactuamos de forma muy básica con algunos objetos, y resolvemos algunos acertijos muy simples.

Lo mejor de El 39 son sus escenarios y la atmósfera que crean
Lo mejor de El 39 son sus escenarios y la atmósfera que crean

En ese sentido, es un poco decepcionante, pero volvemos al punto inicial: es un juego hecho por amigos, sin ningún tipo de pretensión más que divertirse, y sabemos la complejidad que requiere desarrollar mecánicas más elaboradas con tan pocos recursos. Podría haber puesto en riesgo el desarrollo mismo del juego. Por eso, se entiende perfecto el balance entre ambición y tratar de terminarlo.

Dicho esto, y seguramente es algo que el equipo ya pensó, agregar un sistema de combate, un inventario de objetos y más mapas podría hacer escalar rápidamente al juego en una especie de Resident Evil porteño de bajo presupuesto –aunque no tan bajo ya que hacer todo eso implicaría si o si tener un grant de un publisher–. Lo cual nos lleva al siguiente apartado.

Meme Juegos

El origen de El 39, o al menos su entrada a la conversación pública, estuvo correlacionado con dos efectos. Por un lado, la aparición del trend/meme low poly resolution en 2024, que consistía en modelar en 3D objetos de la vida cotidiana, pero como si fueran un juego de PS1. Rápidamente, ese meme mutó a modelar cosas argentinas y así alcanzó una pasmosa viralidad, correspondiente con los tiempos que corren. Al poco tiempo apareció un tráiler de El 39 que no sólo usaba esa estética, sino que la convertía en la estructura de lo que parecía ser un videojuego. Un colectivo, una calle en Constitución, una pizzería Ugis y tenés lo suficiente como para porteñizar esa tendencia.

El 39 además, tiene una batería de referencias meméticas (del lunfardo de internet) dentro del juego. Es decir que el juego es de alguna forma una construcción memética que a su vez transporta otros memes. Es algo que llamaríamos un memeplex. Punto a favor.

La paloma Miguel de Ugis y el cartel de "¿Has soñado con este hombre?"
La paloma Miguel de Ugis y el cartel de "¿Has soñado con este hombre?"

El segundo efecto está muy relacionado con esto, y es la tendencia que tiene el público argentino a reclamar o pedir por videojuegos nacionales, series y películas dónde la identidad argentina esté representada. De alguna forma, esta pregunta flota en el aire desde hace al menos varias décadas, cuando el consumo de cultura pop estadounidense –y por lo tanto la conversión en consumos aspiracionales de los productos allí presentados– se volvió una pregunta por lo local. ¿Por qué no podemos hacer esto en clave argentina? ¿Por qué no hay un juego de estrategia con las guerras de independencia? ¿Por qué no hay un FPS postapocalíptico en Buenos Aires? ¿Por qué no un juego sobre la Guerra de Malvinas? ¿Por qué no tenemos un buen juego de Gauchos contra Lobizones? De alguna manera, El 39 responde la pregunta de por qué no hay un survival horror en Constitución.

Esta tendencia a buscar autorrepresentarnos en las pantallas es lo que convirtió a Okupas y Los Simuladores en dos pilares del canon Millenial y a El Eternauta de Netflix en una especie de actualización de ese imaginario. Viendo la serie, me entusiasmé cuando vi una publicidad de Blem –así estamos, país–. Es parte de esa búsqueda la necesidad de tener videojuegos que representen nuestra "cultura" –una publicidad de Blem, repito–.

Un paquete de "Pitusas" low poly
Un paquete de "Pitusas" low poly

Pero también esta búsqueda ya generó una "crítica". Hace poco vi un tuit bastante compartido que preguntaba "por qué todos los videojuegos argentinos tienen mate y carpinchos", señalando de alguna forma un exceso de representación de "lo argentino" en nuestros videojuegos. En realidad, como si la única manera de hacer videojuegos argentinos fuera construyendo referencias a lo propio. Lo cual es una pregunta válida pero también parece desconocer bastante la actualidad de la industria de videojuegos local. Pienso rápidamente en Nimble Giant, en Tlön, en LCB Studios y en Storyteller, juegos y compañías que han tenido diferentes niveles de participación y éxito en la industria con IPs donde no hay Argentina explotation. Más allá de eso, que el público tenga un debate acerca de lo que es un videojuego argentino me parece bastante sano, porque es en definitiva el público quien, en gran parte, lo va a bancar.

Por último, pero no menos importante, también sucede que muchas de estas demos o estos "meme juegos" sólo existen en forma de tráiler y no llegan a tener ni una demo ni mucho menos a ser un juego completo. Sobre esto existen un montón de cuestiones, pero fundamentalmente podemos decir que no alcanza con meter un clip viral para conseguir financiamiento e interés de un publisher en tu juego. Otra razón es que, como en el caso de Bohemian Productions, son juegos hechos por equipos muy chicos y sin un peso, que nunca logran cruzar el umbral del tráiler.

Es por eso que, dentro de este ecosistema lleno de hype, tráilers que nunca llegan a videojuegos y conceptos que nunca dejan de ser sólo una expresión de deseo –como por qué no existe un Red Dead Redemption 2 de la Campaña del Desierto–, el que El 39 haya completado su recorrido es un logro suficiente en sí mismo.

Y ojalá lo conviertan en ese survival horror porteño que tanto queremos.

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