Cada disciplina tiene sus puntos de quiebre, donde aparecen personas que cambian el meta y logran entrar al panteón de los maestros. Katsuhiro Ōtomo no generó un quiebre solamente: él tiró una bomba nuclear llamada Akira, que afectaría el cerebro de los fans del manga, la animación y otros campos relacionados en la industria. Pero, sobre todo, junto a otros grandes de su generación (como Frank Miller en Occidente), es de los que terminaron de cerrar el nuevo contrato social de la historieta, reforzando la idea de que este arte puede ser para adultos.
Este artículo pretende acercarte su obra en manga, más allá de Akira, para que disfrutes de uno de los más grandes de la historieta universal.

Quién es Katsuhiro Ōtomo
Nacido en 1954 en la prefectura de Miyagi, el pequeño Ōtomo comienza su fanatismo de chico por la historieta leyendo Astroboy, de Osamu Tezuka, y obras como Cyborg 009, de Shotaro Ishinomori. Decide empezar a dibujar en la primaria, cuando lee lo que para muchos es "la biblia del Mangaka" o el primer libro que enseña propiamente los misterios del manga: Shotaro Ishinomori Manga Ka Nyumon, de 1965.
Mientras crece, empieza a volverse fanático del cine, tanto japonés como occidental, recibiendo la influencia de películas como Easy Rider (1969). En una entrevista, Ōtomo contó cómo muchas de las películas que le gustaban hablaban de dejar tu hogar para perseguir algo más grande. En 1973, decidido a entrar en el rubro del manga, se muda a Tokyo y debuta ese año trabajando para la revista Manga Action.
Entre finales de los '70 y principios de los '80 pule una firma única: realismo, ciudades que son personajes en sí mismas, montaje de viñetas con pulso de director de cine e historias que buscan confrontar juventud y vejez, tecnología y religión, profundizando en los nuevos traumas de la sociedad que percibía desde Japón.
En 1982, este cóctel mental da comienzo a la publicación de Akira, una de las obras más influyentes en el medio, y en 1988 dirige la película, considerada uno de los hitos del anime, lo que le da visibilidad mundial a la animación japonesa.

Más allá del manga y la consagración de Akira, Ōtomo trabajó en piezas claves del anime y el cine: Roujin Z (1991, guion), el live-action World Apartment Horror (1991), la antología Memories (1995, productor y director del segmento Cannon Fodder), Steamboy (2004) y el proyecto coral Short Peace (2013), donde dirigió el corto Combustible.
La obra de Ōtomo incluyó en muchísimos que lo siguieron después dentro del manga, pero también en otros medios y géneros. Para conocerlo más allá de Akira, vamos a repasar tres obras que hay que leer y una rareza que publicó para DC Comics.
Memories (o Antología de Ōtomo, con relatos de finales de los '70)
Con diferentes nombres según sus ediciones y traducciones, esta antología es como mirar el cuaderno de bocetos e ideas del maestro Ōtomo. En su primera edición en español, publicada por la editorial Norma, podemos encontrar diez historias donde condensa sus obsesiones: Memorias (Kanojo no Omoide), Construcción suspendida (Kōji Chūshi Sengen), Adiós a las armas (Buki yo Saraba) o Fireball, entre otras. Vamos a destacar dos.

En Memorias (Kanojo no Omoide), que lleva el nombre de las antologías generalmente, una señal de auxilio acerca a un equipo de astronautas a una nave espacial a la deriva. En su interior se encuentra un palacio barroco donde realidad y recuerdos se mezclan bajo la influencia de una inteligencia que habita en la nave. Este cuento de casa embrujada en el espacio es la base para Magnetic Rose (1995), corto que es parte de la antología Memories (con dirección Kōji Morimoto y guion de Satoshi Kon), que amplifica el tono teatral de esta historia. De indispensable lectura.

La otra historia a destacar es Fireball, uno de sus primeros trabajos publicados, donde encontramos un "proto-Ōtomo" que comienza a construir las bases del que terminaría siendo el relato ciberpunk por excelencia (Akira). En Fireball hay un régimen tecnocrático con una IA que controla la ciudad, y un proyecto secreto que quiere convertir a un joven con poderes psíquicos en el arma definitiva, pero un grupo de rebeldes intentará boicotear el sistema y sus experimentos. Biopolítica, conspiración militar, urbanismo total y la adolescencia como fuerza vital para cambiar al mundo. Ōtomo no quedó conforme con el final de la historia y las ideas dieron vueltas en su cabeza hasta crear Akira.
Dōmu: Pesadillas (1980 - 1981)
En un enorme complejo de viviendas, comienzan a darse eventos raros seguidos por "suicidios" inexplicables. La policía se pone a investigar y cae en que algo no encaja, pero no es hasta que una niña con poderes psíquicos llega al edificio cuando se empieza a desenmascarar el misterio detrás de estos bizarros sucesos.

Este thriller sobrenatural es una de las historias que anticipa el ADN de Akira. Ōtomo vuelve a experimentar con personajes con poderes, influenciado por el cine de psíquicos como Carrie o The Fury, ambas de Brian De Palma, y con edificios tipo complejos de viviendas públicas similares a los construidos en la posguerra en Japón. representados como grandes estructuras de concreto. Ōtomo toma un escenario cotidiano y lo convierte en una pesadilla de pasillos. Dōmu es un relato paranormal en un entorno urbano y cruel, ideal para disfrutar una historia 100% Ōtomo.
La leyenda de Madre Sarah (1990 - 2004)
En este futuro, los humanos vivían en colonias orbitales sobre una Tierra destruida y envenenada. Pero después de un ataque terrorista, los colonos se ven forzados a volver a habitar lo que otrora fue su planeta. Ahora el viejo nuevo mundo se ve fragmentado entre dictaduras militares, criminales y guerrillas. En medio del caos, Sarah se separa de sus tres hijos y emprende una odisea para reencontrarlos. Las historias la llevan por desiertos radiactivos y laberintos industriales, teniendo que enfrentarse con soldados, traficantes y fanáticos mientras la guerra configura el futuro humano.

Escrita por Katsuhiro Ōtomo y dibujada por Takumi Nagayasu, La leyenda de Madre Sarah es un relato tipo road movie de ciencia ficción que trae mucho de historias como Mad Max 2 y Hokuto No Ken. Esa idea del futuro seco y muerto donde conviven tecnología que a duras penas sigue funcionando con personas que se vuelven más violentas y primitivas bajo esas condiciones. Acá el foco está en la resistencia civil frente a un mundo injusto y la compasión como acto radical.
Batman: Black and White: La Tercera Máscara (1996)
A principios de los '90, DC lanzó Batman: Black and White, una miniserie de historias autoconclusivas en blanco y negro. Curada por el editor Mark Chiarello, buscaba miradas de autores de todo el mundo sobre el vigilante encapotado. Chiarello invitó a Ōtomo tras el impacto internacional de Akira, dándole libertad total en su historia.

En sólo 5 páginas, Ōtomo rompe a Batman. Creo que hasta logra un nuevo récord en destrucción de un personaje: ni Moore lo hizo tan rápido. En esta minihistoria, Batman enfrenta a un asesino serial con múltiples personalidades que impacta a Bruce con una frase: "Una vez que una personalidad se separa, las posibilidades son infinitas". El detalle y amor por la historieta de cada viñeta hacen de esta historia una de las favoritas de todos en la antología Black and White.

Katsuhiro Ōtomo está entre los grandes historietistas y ha influenciando a miles de autores. Pero Ōtomo también es un monstruo en el mundo de la animación y su fanatismo por esa disciplina y el cine es lo que lo hacen un gran narrador en ambos medios, logrando crear viñetas y secuencias en el papel cargadas de vida. Y cuando lo ves dirigiendo o trabajando en animación pasa lo mismo: podés ver esas viñetas en movimiento.
Una última recomendación: si no leíste Akira, leé Akira; si no viste la película Akira, mirá Akira.