A paso lento, pesado, cansado, un psicópata enmascarado persigue adolescentes por un bosque, un campus, un colegio, no importa mucho por dónde. En su mano porta un machete, un martillo, una motosierra, un guante con navajas, puede ser cualquier cosa. Y con sólo esos elementos podemos imaginar la tensión, la música y la escena "pop" que se podía ver en la pantalla del cine, pero más a menudo en una tele con una videocasetera para VHS o en un canal de cable, por la noche, con tus amigos y pizzas.
El cine slasher es un género con muchas cosas interesantes para conversar, sore todo de su época de oro entre los '80 y '90 –siendo el cine de terror más MTV y popero–, con su servicio como ritual para jóvenes que querían ver quién se la bancaba más o aprovechar y ver alguna teta en la pantalla. El ki radica en sus protagonistas. ¿Los adolescentes perseguidos? No, para nada, en esta esquina mandan los monstruos. Un panteón de nuevos dioses del terror que se plantaron en la cultura desde el cine slasher, a partir de la aparición de los primeros psicópatas enmascarados a finales de los '70.
Ponete tu máscara favorita y agarrá el machete que hoy te convertís en monstruo.

Psicópatas enmascarados atacan adolecentes
En los '60 y gran parte de los '70, el cine de terror se nutría de un imaginario gótico, con producciones del estilo de las del estudio Hammer Films y personalidades como Vincent Price. Pero ya desde Psycho (Alfred Hitchcock, 1960), el miedo empezaría a abandonar esos castillos espectrales para pasar a algo más mundano y urbano. Así nació la "Scream Queen" original, Janet Leigh; y la figura del psicópata comenzó a brillar como monstruo.
Por la misma época, en Italia el cine giallo empezó a tener protagonismo de la mano de Mario Bava y Dario Argento. Este otro subgénero mostraba asesinos enmascarados con armas filosas, pero su tono seguía entre lo gótico y lo barroco, con toques artísticos en las escenas de violencia. Estos elementos alejarían este cine de los miedos que se podía encontrar en los libros de Edgar Allan Poe, y serían claves para dar forma a las primeras dos películas que crearon el subgénero slasher.

El estreno de La masacre de Texas (Tobe Hooper, 1974) empezó a juntar los elementos del género: un grupo de jóvenes perseguido por un psicópata enmascarado con un arma devastadora en un ambiente rural que nos puede resultar conocido o familiar; y al final todos mueren salvo una chica que sobrevive para contar la historia. La presencia de Leatherface fue tan importante e impactante que terminó siendo la cara de la saga y el primer psicópata en entrar en este nuevo panteón del terror.
Poco después Halloween (John Carpenter, 1978) terminaría de cerrar el primer concepto de lo que llamamos slasher, reforzándolo con su propio psicópata enmascarado: Michael Myers, inspirado en una visita de Carpenter a un hospital psiquiátrico donde vio a un nene paciente de 12 años con una mirada vacía que él definió como "pura y malvada". En la película también teníamos una protagonista que cumpliría con lo que con el tiempo se llamará "Final Girl" (el personaje que sobrevive al final de la película) y que en este caso también era la "Scream Girl", mote para las actrices que pueden interpretar pelis de terror de forma destacada gracias a sus gritos. En este caso, Jamie Lee Curtis, quien para sumar una anécdota es hija de Janet Leigh de Psycho.
El terror presente en estas dos películas era mucho más cercano que lo que se veía en el cine de los '60. La ciudad y el campo eran locaciones familiares, los monstruos alguna vez habían sido humanos y la violencia era repartida con objetos que podrías encontrar en cualquier lado, como un cuchillo de cocina o una motosierra. Y todavía había un elemento de la época que hacía que todo fuera más crudo, pero eso de a poco se iría transformando con la llegada de los '80.

Los nuevos monstruos del pop
En 1980 estrenó Friday the 13th, de Sean S. Cunningham, quien dijo que quería copiar la fórmula de Halloween y Psycho. El nacimiento de Jason Voorhees, el enmascarado más famoso del cine de terror –que en realidad tendría su aparición en la secuela dirigida por Steve Miner– mantuvo los patrones de sus antecesores. El tipo tenía máscara, usaba machetes u objetos que encontraba para matar, no hablaba (otra característica de Leatherface y Michael Myers) y perseguía adolescentes. Esto último es importante porque sumó un nuevo elemento que sería usado en toda la saga de Viernes 13 y en el cine slasher en general.
En la película, Jason moría ahogado por el descuido de unos coordinadores de uno de estos campos de verano onda colonia de vacaciones, tan populares en Estados Unidos. Quienes debían cuidarlo –que no dejaban de ser adolescentes también, pero un poco más grandes–, habían estado "pecando" en lugar de cuidar a los más chicos, y por eso debían ser castigados, primero por Pamela Voorhees, madre de Jason, y luego por el mismo Jason resucitado, que terminaría matando adolescentes calenturientos durante 11 películas.
Con el avance de la saga, los jóvenes que cogían o se iban de fiestas con consumo de alcohol y drogas serían asesinados por Jason, mensajes morales que nos recuerdan mucho a los de EC Comics y sus historietas de terror. Las muertes también se volverían más "creativas" y sangrientas, en la visión de maestros de los FX como Tom Savini, responsable de hacer que las cosas se vean aterradoras en gran parte del cine de la época. Viernes 13 demostró que la fórmula de Halloween era exitosa y que con poco presupuesto se podía hacer una película de terror que llevara gente a los cines, lo que impulsó un montón de films de slasher durante los '80 y más aún con la llegada del VHS, tal vez uno de los mejores aliados que pudo tener el género.

Entre la ola de películas que usaron esa fórmula, recomiendo algunas menos populares pero para nada malas como My Bloody Valentine (George Mihalka, 1981) o The Burning (Tony Maylam, 1981), que sería como una hija de Viernes 13 con La masacre de Texas. Pero para mí hay una joya oculta que está adelantada a su época, incluso usando todas las reglas: Sleepaway Camp (Robert Hiltzik, 1983). Esta curiosidad del slasher era como un bootleg de Viernes 13 en todos los sentidos, pero con unas vueltas muy interesantes, como la mirada POV del psicópata misterioso al principio del film. También tenía uno de los mejores finales del cine de terror que vi y detalles que la levantaban mucho y la harían de culto, si bien en su conjunto puede costar un poco por su tono bizarro de bajo presupuesto y sus malas actuaciones.
Otro estreno en esos años fue The Terminator (James Cameron, 1984). Obviamente conocen este clásico de la ciencia ficción, pero en su guion había muchos elementos del cine slasher, sobre todo en la creación de su monstruo. El Terminator de la primera parte era un monstruo perseverante y violento que avanzaba con un solo objetivo: matar a Sarah Connor. El tono también era más oscuro y podría haber sido parte del nuevo panteón de monstruos, agregando el escenario de la ciencia ficción, si no fuera porque en su segunda parte la saga del robot del futuro se volvería una de super acción.

Como todo en la vida, el péndulo pasa de un lado al otro. Y cuando nuestros psicópatas monstruos venían siendo callados, resilientes y bastante humanos (salvo por la zombificación de Jason), Wes Craven nos trajo a un bocazas carismático que con sus chistes y ocurrencias nos haría olvidar a los niños que mató (?). A Nightmare on Elm Street (1984) apareció como rescate del género, que estaba entrando en una meseta con miles de pelis iguales y secuelas. Freddy Krueger, interpretado por el gran Robert Englund, incorporaba el elemento carisma a medida que la saga avanzaba con él matando a todos con su guante garra.
La primera, la más oscura, retrataba a un psicópata asesino de niños que era quemado vivo por los padres de sus víctimas y que, por su odio, volvía en forma de presencia demoníaca que puede meterse en tus sueños y matarte. Si bien no había elementos satánicos demasiado presentes, Freddy responde también un poco al Satanic Panic de esos años, por la idea de atacar a sus víctimas adolescentes donde los padres no los podían cuidar: en este caso, sus pesadillas.
Rápidamente, Freddy se convirtió en una estrella del cine y gracias a la producción tipo fábrica metió siete películas y una serie en 10 años. Su tono más irreverente parecía sacado de MTV y logró abrirle la puerta a este tipo de nuevo monstruo que lamentablemente muchos no pudieron aprovechar. Salvo por un pequeñín llamado Chucky, que se volvería de los monstruos más populares del slasher protagonizando Child's Play (Tom Holland, 1988) y sería la cara del slasher en la primera parte de los '90. En esta historia, el asesino serial Charles Lee Ray realizaba un hechizo vudú para que su alma se transfiera a un muñeco antes de morir. Lo sobrenatural persistía en esta creación como en Freddy: acá también teníamos el tipo de horror de niño dice la verdad pero no le creen.

Las reglas del juego
Cuando parecía que todo había terminado y ya no se podía inventar nada, Wes Craven volvió con una idea totalmente opuesta al monstruo tipo Freddy que él mismo hizo popular años atrás. En 1996 estrenó Scream, una película slasher que hablaba de películas slashers y sirvió como ordenadora del género. Traía un cast de jóvenes promesas de Hollywood con una estética que representaba perfectamente esos años de grunge, boy bands y tiro bajo. Scream nos presentó a Ghostface, el más humano de este panteón de monstruos, que acechaba a un grupo de adolescentes y los iba cazando de a uno con su cuchillo hiper afilado.
Motivado por la venganza y la locura, este demente tenía sus rituales antes de asesinar, como el de la llamada para molestar a la víctima y jugarle mind tricks mientras le preguntaba "¿Cúal es tu película de miedo favorita?". Quizás esto hoy parezca una boludez, pero en los '90, cuando había teléfono de línea, no era raro que alguien llamara para joderte. Esos momentos de vulnerabilidad podían ser bastante feos, porque la voz en el teléfono también era un poco un intruso en tu casa. Me acuerdo que de chico tuvimos una situación así durante unos días que alteró bastante a mis viejos, hoy una anécdota.

Craven hizo una pelicula meta donde no sólo metía referencias a sus obras anteriores y a sus gustos sino que develaba las reglas del cine slasher al espectador en –para mí– una de las escenas más importantes del cine de terror, que irónicamente no tiene ni sangre ni monstruos ni muertes. A lo largo de la saga, Scream iría sumando muchas reglas más que hacen hoy ya no sólo al slasher si no a todo el cine de terror, pero repasemos las principales que cuenta su primera entrega.
Regla nº 1: no tendrás sexo; el pecado original es castigado con la muerte.
Regla nº 2: no beberás alcohol ni tomarás drogas; los estados alterados no son moralmente bien vistos (y en consecuencia algún psicópata te va a matar).
Regla nº 3: NUNCA digas "Ya vuelvo"; decir esto o ir a investigar algo solo es sentencia de muerte.
Un nuevo panteón del horror
Ghostface fue el último en entrar a este nuevo club de monstruos conformado por Leatherface, Michael Myers, Jason Voorhees, Freddy Kruegger y Chucky. Durante los últimos 40 años, ellos fueron la referencia del terror, sustituyendo al primer club de monstruos conocido como "los de Universal" (Drácula, Frankenstein, El Hombre Lobo). Este nuevo club convertiría a estos monstruos en personalidades de la cultura pop, sacándolos de sus películas y haciéndolos participar en publicidades, eventos y cameos por todos lados, conviviendo con la industria musical y con el establishment de los famosos de Hollywood y el rock.
La producción de estas películas también hizo que estos pasaran de tener sagas a franquicias, todos con por lo menos diez títulos propios entre films originales y remakes, que al día de hoy se siguen haciendo. El merchandising y el coleccionismo que gira en torno a ellos tiene miles de objetos entre figuras de acción, cómics y videojuegos propios o apariciones como en Mortal Kombat. Freddy tuvo hasta un video de rap y un 0-800!!!
Si bien Scream revivió la pasión, el slasher entraría en una era bastante complicada, en la que no se podía encontrar una buena película entre imitaciones y remakes bastante malas. Acá entramos al terreno de lo "malo pero divertido", o más bizarro, como Jason X (slasher sci-fi en el espacio) o Jason Vs Freddy, una basura de lo más hermosa. A partir del 2000, lo más cercano que resultó bueno y recomendable fue House of 1000 Corpses (Rob Zombie, 2003), que si bien tenía algunos elementos del género, al igual que a la primera de la Masacre de Texas no se la puede considerar del todo dentro del slasher.
El slasher en la era A24
En la década del 2010 pasaron otras cosas en el cine de terror, que involucraron volver a lo paranormal, otras estéticas y búsquedas de la mano del famoso terror de la productora A24, por ejemplo, o películas ya directamente parodias como Final Girl (Tyler Shields, 2015), que estaba bastante bien. El slasher siempre estuvo ahí, aportando y acechando, pero del 2020 para acá tuvimos otras apariciones interesantes. Hubo algunos regresos buenos de la mano de Scream (2022, también conocida como Scream 5) y Scream VI (2023), ambas de Tyler Gillett y Matt Bettinelli-Olpin; o como Halloween Kills (David Gordon Green, 2021), con el regreso de los iconos tanto monstruosos como de los sobrevivientes. Dentro de los clásicos que intentaron volver, éstas son las más recomendables.
Durante 2022 estrenó X de Ti West, demasiado homenaje –a mi gusto– a La masacre de Texas, pero con un estilo más propio de ese nuevo terror sofisticado de los últimos años. Si bien tiene sus fans –no es mi caso–, la rescato porque en la mezcla de estilos puso un poquito los elementos principales del slasher en acción e inspiró, para bien o para mal, varias pelis que vinieron después.

Pero si tenemos que crear un nuevo club de monstruos es indudable la presencia del nuevo rey del slasher, el payaso ART de la saga Terrifier. Esta saga, que ya tiene tres partes y pronto dará una nueva, es un fenómeno del cine independiente que por su contenido ultra gore y sádico se volvió viral y trajo de vuelta ese ritual de "ver películas a ver si te la bancás". Art es una mezcla de asesino silencioso y resiliente con carisma y gracia, capaz de sacarte una carcajada o hacer que un poco te vomites en la boca. El éxito de Terrifier logró que haya un pequeño revival del género, que está pasando por un momento de exploración entre hacer películas de terror ultra gore con IP libres como Winnie the Pooh: miel y sangre 2 (Rhys Frake-Waterfield, 2024) y experimentos como In a Violent Nature (Chris Nash, 2024), que no sólo vuelve a la idea del monstruo como protagonista sino que dedica gran parte de la película a su perspectiva.
Una maratón para el 31 de octubre
El cine slasher es un género que cambió el terror, de su guion a cómo se filma, aprovechando cada billete de sus limitados presupuestos. Con una fórmula clara de lo que un film tiene que tener para ser considerado dentro de este subgénero, fue adaptándose como pudo para intentar seguir vigente durante todos estos años. Hoy es de nuevo de nicho, pero supo ser de lo más mainstream del cine de terror, con monstruos que participaban en publicidades o eventos como si fueran estrellas de rock. Este club o panteón de monstruos quedó en el pasado y aún no tenemos una nueva formación que le haga frente, aunque podríamos jugar a armar una pensando en la muñeca Anabelle, el payaso Art y... ¿quién más?
Ésta es una pequeña selección para que compres unas pizzas, te juntes con amigos y rían de los pobres desgraciados que se mueren: Halloween, La masacre de Texas 2, A Nightmare on Elm Street 3: Dream Warriors, Friday the 13th Part VII: The New Blood, Scream, Child's Play (Chucky) y Terrifier 2. Hoy es 31 de octubre, ¿qué esperás para hacerte ese maratón de slasher?
Temazo de Alice Cooper para Friday the 13th Part VI: Jason Lives