Esa capacidad poco común... de transformar en terreno de juego hasta el peor de los desiertos.
Michel Leiris
Si sos responsable parental, tía, niñero, tutor o encargada, seguro tenés un top 3 en la cabeza con tus juegos favoritos de Maldón, la marca nacional que sigilosamente viene revolucionando la industria local de los juegos de mesa. Pues las propuestas lúdicas de la casa Maldón, como Shiki, Valdés, Triplets o Pim Pam Pum, se han ganado la fidelidad indiscutida de las infancias que nos rodean. Y también la tuya –un poco más adulta–, que puede apreciar cómo es que desde el diseño estos juegos se inscriben dentro del triángulo áureo de las tres B: son buenos, son bonitos y son baratos.
Sin embargo, puede que no seas responsable parental, ni tía, ni niñero, ni tutor, ni encargada, y que igualmente estés leyendo esto sin saber a qué responde esa lista de nombres raros. Pero como también te interesan los juegos en general y las revoluciones silenciosas en particular, freno un segundo acá para ofrecerte un poco de contexto.
En 2008, los hermanos Candelaria y Agustín "el Colo" Mantilla, fanáticos de los juegos de mesa, salieron a la cancha estrenando un diseño propio: El erudito. Dentro del género trivia quiz y bellamente ilustrado por Liniers, El erudito revitalizó la experiencia lúdica aportando una nueva jugabilidad a la relación entre pregunta y cultura general. Por ejemplo, en vez de ordenar la dinámica del juego en función de una categoría del conocimiento al estilo Carrera de Mente o Trivial Pursuit, en el juego de Maldón se agrupan alrededor de su formato. Es decir, de su manera de estar formuladas. En ese sentido, el juego no premia "saber" sino usar lo que ya sabés para razonar, inferir o llegar a una respuesta por aproximación. El juego es mucho más dinámico que uno de trivia a la usanza tradicional y, por ende, mucho más entretenido.

Cuenta la leyenda que, a los seis meses de haber estrenado El erudito, Candelaria y Agustín ya habían recuperado la inversión inicial y entonces arremetieron con El melómano, profundizando aquel gesto inaugural. Así siguieron con El ilustrado y El cinéfilo. Pero, a la manera de colecciones, también fueron desplegando su ingenio y creatividad sobre nuevas líneas de juegos. Mi favorita en el catálogo de Maldón es la de los juegos de cartas, por situarse tan ajustadamente dentro del triángulo áureo de las 3B.
Si entrás en una juguetería, podrás apreciar que en la góndola de los juegos de mesa hay unas cuantas propuestas que implican cartas y que se le arriman al triángulo de oro. Pero es difícil que puedan embocarle. Seguro conocés el Mil Millas, que es un clasicazo francés, comercializado en el país por otra marca local clásica: Yetem. Pero aunque este juego sólo implica un mazo de cartas, está salado. El Uno, licenciado por Mattel, también es divertido. Pero visualmente es bastante feúcho. En cambio, los juegos de cartas de Maldón cierran por todos lados. Presentan una bonita relación entre el concepto del juego y su representación visual; tienen una jugabilidad dinámica y están a buen precio. Si Rizitos de Oro escribiera esta reseña diría que esta línea en la colección de Maldón "is neither too cold nor too hot, just right".
En casa, el primero de la línea en desembarcar fue Shiki (cuatro estaciones, en japonés). Un juego ideal para una experiencia lúdica intergeneracional, donde gana quien se deshace de todas sus cartas. Como una partida dura alrededor de 15 minutos, se presta para jugar en la sobremesa del domingo o, incluso, durante la cena al final de cada jornada escolar/laboral. ¡Guarda con volcar un vaso sobre las cartas! Son preciosas y fueron ilustradas en acuarela y tinta china por la ilustradora Flor Kaneshiro, quien creó los motivos que van marcando el pulso de las estaciones a las que alude el título del juego. Shiki fue verdaderamente un hitazo transmitido de boca en boca entre familias jóvenes y suele ser un regalo obligado de cumpleañito. Con poco quedás como un duque.
Pero con la salida de Triplets, la experiencia maldoniana entró en un ángulo novedoso. Luego de haber suscrito familiarmente al proyecto lúdico de los Mantilla y haber jugado infinitas partidas de Valdés, Señor Dix, Camarero, Flamencos y otros tantos, los pokemones nacionales de Triplets nos hicieron afilar la velocidad de reacción y embarcarnos completamente en el aquí y ahora de cada partida, aportando también algo más de picardía y vértigo que Shiki no tenía. 100% recomendado y me animo a decir que es mi favorito de todo el catálogo.

Pero la cosa no queda acá. Maldón también viene incursionando en la compra de derechos de juegos extranjeros. Así llegó a nuestras orillas Esquinados, otra propuesta lúdica con cartas, diseñada por el danés Martin Nedergaard Andersen. Un juego rápido de 100 naipes ilustrados con una figura geométrica en el centro: estrella, círculo, cuadrado, cruz; que, a su vez, se encuentra coloreada en amarillo, azul, verde o rojo. Al mismo tiempo, cada una de las cuatro esquinas de cada carta tiene un pedazo de figura geométrica en color y forma que no coincide con la del centro. La cosa es descartar sin turno y a toda velocidad. Para eso, hay que matchear la esquina de una carta propia, en forma y en color, con la figura central de una carta dispuesta en el centro de la mesa y hacia la que todos tienden. Otra vez, la clave está en la velocidad de reacción. Puro presente.
En poco más de 10 años, Maldón supo construir un catálogo con más de 60 juegos de mesa que encarna el leit motiv de Candelaria y Agustín: "Uno no deja de jugar porque envejece, sino que envejece porque deja de jugar". Larga vida, entonces, para nosotros y también para estos escenarios lúdicos revitalizantes en los que nos llenamos de vida al reunirnos con otros. Ganamos, perdemos, nos divertimos. Crecemos juntos.