Nick Land: el apóstol del caos (parte 2)

Vamos a organizar esta segunda entrega sobre las ideas de Nick Land a partir de algunos conceptos clave. Eso debería dejarnos más cerca de entender este gran argumento sobre la supuesta trascendentalidad absoluta del capitalismo. Que, si bien podemos estar de acuerdo o no, tiene "algo" de cierto.

Sin ir mucho más lejos, otro filósofo contemporáneo, Byung-Chul Han, sostiene que en la sociedad de autoexplotados la reproducción de capital es el fin último (y, por lo tanto, trascendente) de toda sociedad contemporánea. Pero eso es material para otro artículo.

Antes de sumergirnos en la disección de los conceptos mencionados (hiperstición, loop de retroalimentación, máquina deseante, sistema de seguridad humano), tenemos que hacer un pequeño rodeo por algunas ideas del más hijo de puta de todos los filósofos que jamás pisaron la Tierra: Immanuel Kant.

Rechazo de las categorías kantianas

Kant, junto con Descartes y David Hume, es uno de los principales exponentes de la filosofía moderna. Pero además Kant fue un paladín de la Ilustración. En un texto muy sencillo y muy clásico del movimiento ilustrado, se refiere a la llegada de la "humanidad" –léase: los varones europeos protestantes, básicamente– a su mayoría de edad intelectual. La razón sería entonces la medida de todas las cosas.

Este proyecto fue acompañado por una filosofía de alto vuelo a la cual se le atribuye un "giro copernicano". Pasamos de la filosofía "clásica", que se encargaba de comprender al mundo, a la filosofía moderna, en la cual se descubre que "el sujeto constituye el objeto". Pero, a diferencia del pensamiento contemporáneo, donde eso está determinado por cierto relativismo del tipo "no existen hechos, solo interpretaciones", la constitución subjetiva en Kant es totalmente objetiva y racional. Oh, sí: bienvenidos a los juegos del hambre.

La versión sencilla es que Kant "descubre" que básicamente la estructura de nuestro entendimiento configura la capacidad de percibir el mundo. Para él existe la cosa "en sí", que es básicamente el mundo material tal como es. Por otro lado, están los fenómenos, que es cómo se nos presenta ese mundo. Para captarlos contamos con categorías que aprehenden la experiencia, y estas categorías se fundamentan en las formas puras de la sensibilidad trascendental, que básicamente son el tiempo y el espacio. ¿Sencillo, no?

Dicho de otra manera: el tiempo y el espacio son intuiciones puras que configuran de antemano toda posibilidad de percibir el mundo o razonar sobre él. Sobre estas dos intuiciones se basan las categorías, que son las que nos permiten conocer los fenómenos.

Y a ese plus que no podemos conocer (la "cosa en sí") Kant lo bautiza como el noúmeno: la cosa en sí es incapaz de ser percibida tal como es, porque sólo podemos percibir aquello que nuestras formas puras de la sensibilidad (y las categorías que dependen de ellas) nos permiten. Deberíamos estar dotados de otras formas de sensibilidad para poder acceder a aquello.

¿Y qué carajo tiene que ver esto con las máquinas de guerra nómadas? Paciencia: ya casi llegamos.

Land contra Kant

Para Land se trata de un error fatal. El núcleo del racionalismo ilustrado no es más que un impulso codificador en el que reside el núcleo autoritario de toda la modernidad, a la cual acusa de ser una máquina de guerra ensamblada para el genocidio. Casi parece un feminista de cuarta ola –y en algún punto lo es–.

El gran problema de la filosofía kantiana es la suposición de que existe algún tipo de correlación necesaria entre lo que podemos percibir y lo que el mundo es. Como si el mundo "estuviese ahí", esperando coincidir con nuestras categorías para poder manifestarse. Esta crítica sería profundizada y sistematizada por Quentin Meillassoux, pero Land encara para otro lado.

A esta concepción le opone la idea de lo trascendental absoluto: la cosa en sí es hostil, algo inasible que eventualmente irrumpe en el espacio consciente e inunda todo más allá de la domesticación epistemológica. Es decir, detrás del cerco antropocéntrico se esconde algo parecido al terror o a un proceso deshumanizante. O más bien, maquínico. Pienso en los Phyrexianos de Magic: The Gathering.

De ahí la fascinación de Land con la idea de Cthulhu, los virus y los horrores éldricos. Ese "residuo", ese plus kantiano, es en definitiva una bestia que espera para asaltarnos: una máquina que nos puede subsumir en su lógica no-humana. Un mecanismo de autorreproducción acelerada.

De hecho, si hilamos fino, ni siquiera sería Cthulhu, dado que en definitiva se lo puede ver (al costo de volverse loco). Sería algo así como el dios del Antiguo Testamento que se le manifiesta a Moisés. O los "dragones" de Cordwainer Smith en El juego de la rata y el dragón. En ese cuento, los humanos son atacados por seres que viven en el hiperespacio y que sólo entran en contacto con lo humano cuando alguien viaja a la velocidad de la luz. Para lidiar con la amenaza, los humanos desarrollan un arma letal: la transfixión. Unifican su mente con la de gatos, que otorgan una millonésima de segundo de ventaja al detectar a los "dragones" en el tiempo necesario para disparar cohetes de luz y dispersarlos. El ser humano es incapaz de ver a los dragones y por eso necesita mezclarse con la mente felina. En un giro bastante psicoanalítico o deleuziano, esa trascendentalidad representaría algo así como un inconsciente cósmico. O como lo bautizaría Land: la máquina deseante.

Con el puño lleno de conceptos

Como dice Ray Brassier en su introducción a Fanged Noumena, la escritura de Land se fue transformando a lo largo del tiempo. Pasó del tono académico, como éste:

"For the purposes of understanding the complex network of race, gender, and class oppressions that constitute our global modernity it is very rewarding to attend to the evolution of the apartheid policies of the South African regime, since apartheid is directed towards the construction of a microcosm of the neo-colonial order; a recapitulation of the world in miniature."

A cosas completamente fuera de ese registro, como ésta:

"Hypervirus targets intelligent immunosecurity structures: yes yes no yes no nomadically abstracting its processes from specific media (dna, words, symbolic models, bit-sequences), and operantly re-engineering itself. It folds into itself, involutes, or plexes, by reprogramming corpuscular code to reprogram reprogramming reprogramming reprogramming. ROM is melted into recursive experimentation."

Parafraseando a Brassier, Land pasó de escribir crítica filosófica en el tono normalizado de la academia a entrar de lleno en el delirio. Pero ese tránsito, precisamente, es lo landiano: una teoría/fuerza que parece asumir en su propio modo de escribir el proceso que describe. Dejarse llevar por la aceleración.

Máquina deseante

Tomado de Deleuze y Guattari (El Anti-Edipo), el concepto rompe con la idea freudiana del deseo como falta. Para ellos, el deseo es producción positiva, flujo que conecta máquinas con máquinas (un órgano, un objeto, un código). En Machinic Desire (1992), Land extrema esta visión: el deseo no es humano ni siquiera biológico, sino maquínico en un sentido cósmico e impersonal. La subjetividad, el inconsciente y hasta el capitalismo son momentos de este proceso deseante. El capitalismo es leído como una gran "máquina deseante" que ensambla flujos de dinero, información, cuerpos, algoritmos. Land deshumaniza el deseo: no es "lo que yo quiero", sino una dinámica maquínica que me usa como nodo.

Loop de retroalimentación (feedback loop)

Los loops de retroalimentación son circuitos cibernéticos en los cuales la salida de un proceso vuelve como entrada, reforzando o desviando el flujo. En Land, este modelo se convierte en un esquema fundamental para pensar el capitalismo y la tecnología. En Meltdown, describe el capitalismo como un sistema autoacelerado donde cada innovación tecnológica crea condiciones para más innovación, inversión e intensificación de flujos. El capitalismo no se estabiliza: se derrite en loops positivos que rompen cualquier "equilibrio humano".

"La retroalimentación positiva es el diagrama elemental de los circuitos autoregenerativos, de la interacción acumulativa, la autocatálisis, los procesos autorreforzantes, la escalada, la esquismogénesis, la autoorganización, las series compresivas, el deuteroaprendizaje, la reacción en cadena, los círculos viciosos y la cibergénesis. Tales procesos resisten la inteligibilidad histórica, ya que vuelven obsoleto todo posible análogo para el cambio anticipado. El futuro de los procesos desbocados se burla de todo precedente, incluso cuando lo despliegan como camuflaje y aparentan desarrollarse dentro de sus parámetros."

El concepto se origina en la teoría cibernética, pero ya rondaba siglos antes (regulador de Watt, teoría matemática de sistemas). Wiener lo universaliza con la cibernética y la biología de la homeostasis, convirtiéndolo en noción transversal para máquinas, organismos, ecosistemas y sociedades.

En Land, es el mecanismo que produce el crecimiento sostenido de cualquier sistema y empuja el horizonte hacia la velocidad de escape.

  • Loops positivos: fuera de control, la explosión, un virus, un meme, el acople en un parlante.
  • Loops negativos: el termostato, que regula y mantiene el equilibrio.

Hiperstición

Son narrativas o ficciones que se vuelven efectivas en la realidad porque modifican comportamientos, expectativas y sistemas técnicos. No son "mentiras" ni simples símbolos: son vectores que producen realidad al ser creídos, repetidos o practicados.

Land y el CCRU en los '90 (Cyberpositive, Meltdown) usaban manifiestos, mitos tecnognósticos, pseudo-textos académicos justamente para "producir" realidades emergentes. No describían: intervenían. Para Land, el ciberespacio fue hiperstición: una ficción de William Gibson en Neuromante que terminó por volverse "real" gracias al impulso que generó como idea.

Borges lo anticipa en Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, donde un mundo ficticio empieza a invadir el nuestro hasta reemplazarlo. Una ficción bien construida puede contaminar la realidad. Ejemplos hipersticiosos de hoy: Bitcoin, el Estado de Israel, un edificio vendido en pozo. Objetos definidos por "algo" que está por suceder.

Sistema de seguridad humano

No es un término técnico cerrado en Land, pero designa el conjunto de dispositivos ideológicos, políticos y filosóficos que buscan contener lo inhumano y mantener la primacía del sujeto humano. Es un "firewall antropocéntrico": moral, derecho, crítica kantiana, religión, humanismo. La modernidad kantiana y el liberalismo son sistemas de seguridad porque ponen límites a lo pensable (el noúmeno en Kant) o a lo vivible (derechos humanos, regulaciones).

Territorialización y desterritorialización

Conceptos de El Anti-Edipo y Mil mesetas (Deleuze y Guattari).

Territorialización: procesos que anclan flujos (deseo, capital, signos, cuerpos). Generan formas estables: familia nuclear, Estado-nación, salario.

Desterritorialización: movimiento de fuga, cuando esos flujos se liberan de sus anclajes. Ejemplo: capital financiero global o internet.

Re-territorialización: nuevos anclajes que reorganizan lo desterritorializado. Ejemplo: regulación estatal de criptomonedas.

Una síntesis landiana

  • Máquina deseante = motor impersonal de los flujos.
  • Loop de retroalimentación = dinámica que acelera esos flujos hasta el meltdown.
  • Hiperstición = combustible narrativo y semiótico que potencia los loops.
  • Sistema de seguridad humano = cercos kantianos y políticos que intentan contenerlo, pero son perforados.

El resultado es una maquinaria inhumana que acelera, rompe y rehace las condiciones de lo posible. Según esta línea, la revolución maquínica debe ir en dirección opuesta a la regulación socialista, avanzando hacia una mercantilización cada vez más desinhibida, hacia la desterritorialización sin freno.

¿Por qué leer a Nick Land?

Durante bastante tiempo pospuse este artículo. Siempre que decía que leer a Land era necesario, alguien saltaba con que "es un idiota, un falopero, un racista, llegaste quince años tarde, está equivocado". Y así. Sin embargo, para mí siempre fue estimulante. Y de eso se trata leer: si ni siquiera podemos tener el valor de leer a quien está diametralmente opuesto a lo que creemos, entonces estamos jodidos. Siempre es necesario ingerir alguna dosis mínima del veneno.

Tres razones lo distinguen:

  1. El capitalismo como proceso autónomo-parásito: necesita exprimir al humano para independizarse de él. La voluntad humana queda fuera de la ecuación.
  2. El arsenal conceptual: cibernética + jargon deleuziano = una caja de herramientas espectacular (loops, máquina deseante).
  3. La inmortalidad del capitalismo: su capacidad de evolucionar en crisis, morir un poco para no morir del todo. Que la muerte sea feature y no bug.

Más allá de esto, la lectura es necesaria como exposición al veneno. Yo no creo que el capitalismo sea infinito ni una inteligencia alienígena, pero sí que estamos en una etapa de aceleración en la que va a parecer cada vez más extraño y trascendente. Coincido con Land: no se puede "arreglar" el capitalismo con leyes y regulaciones. No anda mal: está diseñado para esto.

En cambio, creo que la salida pasa por algo más cercano a las antropotécnicas de Sloterdijk: técnicas para reproducir lo humano en el tiempo, prácticas que funcionan como inmunología cultural (entrenamiento, repetición, rutinas). En Land, el horizonte es la disolución del humano en la corriente maquínica. En Sloterdijk, la reproducción del humano mediante técnicas. Pero eso ya es material para otro artículo.

Habiendo llegado al final de este doble artículo bastante extenso lo último que me queda decirles es que esta introducción no reemplaza la lectura de los textos fuentes. Si no tenés idea por donde arrancar ni demasiado entrenamienta en Filosofía, Teleoplexia es un buen texto introductorio. En cambio si estás acostumbrado a la lectura de textos filosóficos, o de ciencas sociales, ahí te espera Fanged Noumena con los colmillos afilados.