San Jorge, el santo matadragones
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"Cuando una doncella hace el signo de la cruz, todo el infierno se desmorona" [Émile Zolá, El Sueño]

San Jorge es el arquetipo del caballero cristiano que, para proteger a otros, enfrenta algo mucho más grande que él y vence lo monstruoso, el caos y el mal. Pero es además una imagen de protección.

Hay muchas oraciones a San Jorge, todas son bellas. No estoy segura si alguna es canónica, mi preferida es la que leía en alguna estampita de mi abuela, esa que dice que debajo tuyo mis enemigos queden humildes:

"Andaré vestido y armado con las armas de San Jorge para que mis enemigos, teniendo pies, no me alcancen, teniendo manos no me atrapen, teniendo ojos no me vean, y ni con el pensamiento ellos puedan hacerme mal.
Armas de fuego mi cuerpo no alcanzarán, cuchillos y lanzas se quiebren sin mi cuerpo tocar, cuerdas y corrientes se rompan sin mi cuerpo atar.
Jesucristo, me proteja y defienda con el poder de su Santa y Divina Gracia.
La Virgen de Nazaret, me cubra con su manto sagrado y divino, protegiéndome en todos mis dolores y aflicciones.
Y Dios, con su divina misericordia y gran poder, sea mi defensor contra las maldades o persecuciones de mis enemigos.
Glorioso San Jorge, en nombre de Dios, extiende tu escudo y tus poderosas armas, defiéndeme con tu fuerza y con tu grandeza, y que debajo tuyo, mis enemigos, queden humildes y sometidos a Ti.
Así sea con el poder de Dios, de Jesús y del Divino Espíritu Santo. 
Amén"

De mártir cristiano a caballero medieval épico

San Jorge es patrono de reinos, países y ciudades (Etiopía, Georgia, Inglaterra, Portugal, Rusia, Aragón, Cataluña, Barcelona, Beirut, Génova, Lod, Moscú y todas las ciudades que llevan su nombre); de ejércitos, caballerías, soldados, templarios, cruzados y scouts. Y es también el protagonista de mitos e historias bíblicas y seculares.

Se cuenta que Jorge es originario de Capadocia, nació cerca del año 280 y fue parte del ejército de Diocleciano, de su guardia pretoriana, junto con San Sebastián, San Expedito, San Adrián de Nicomedia y otros santos que fueron soldados de las legiones romanas bajo este emperador y que se convirtieron en mártires cristianos por negarse a ofrecer sacrificios a los dioses paganos.

A pesar de que forma parte de la tradición hagiográfica (relatos de los santos), San Jorge no tiene fiesta litúrgica por falta de noticias ciertas sobre su vida; y en cambio sí hay una memoria facultativa, por parte de la Iglesia, que respeta el culto que se le dedica. Un culto extendido en el mundo entero, lleno de rituales en su honor y plasmado en tanto objeto como sea posible.

Si bien no hay un corpus cerrado y canónico, existe sí un escrito popular y literario que es la recopilación medieval más famosa de vidas de santos y relatos milagrosos: La Leyenda Dorada (Legenda Sanctorum), de Jacobo de la Vorágine (1260). Bestseller de su época, sólo superado por la Biblia, moldeó durante siglos el imaginario cristiano de venerados como San Jorge.

A mis manos llega una versión reducida de la editorial Alianza. En el prólogo, Alberto Manguel explica: "Legenda significa, etimológicamente, «lo que debe ser leído», es decir «la buena lectura», la que ilumina y enseña con el ejemplo. La leyenda dorada es esencialmente un florilegio de lecturas ejemplares que narran las fechas cumbre de la liturgia católica y la vida de los santos reconocidos por la Iglesia del siglo XIII".

Allí se cuenta que San Jorge, para salvar a la hija del rey, se enfrenta a un dragón. Un monstruo descomunal y hediondo que, tras haber devorado a todos los corderos de la comarca ofrecidos en sacrificio, comenzó a alimentarse de los jóvenes, elegidos por sorteo, hasta el día en que le tocó a la princesa. Jorge llegó al pueblo y, encomendándose a Dios, embistió con su lanza a la bestia. Luego le pidió a la doncella que llevara al dragón atado frente al pueblo y dijo: "Creed en Dios y bautizaos". Cuando todos se bautizaron, desenvainó su espada y dio muerte al dragón.

En la Leyenda Dorada también aparece el largo martirio de San Jorge. Hasta ser decapitado, un 23 de abril, día actual de su festividad, fue sometido a una serie de tormentos terribles –más de veinte en siete años– y nunca dejó de afirmar su fe cristiana, lo que lo erigió como uno de los mártires más venerados. Se dice que 40 mil paganos se convirtieron al cristianismo en esos años, incluida la emperatriz Alejandra, esposa de Diocleciano.

Sobre las torturas: fue encadenado y preso durante largos períodos. Lo azotaron en público, lo desgarraron con garfios de hierro y llenaron sus heridas de sal y cal viva para aumentar el dolor. Lo ataron a una rueda de hierro con cuchillas que desgarraban su cuerpo al girar. Lo obligaron a beber una mezcla de cal viva y vinagre. Lo sumergieron en una caldera de plomo hirviendo. Y en cada ocasión las heridas sanaban, lo que aumentaba la fe de quienes presenciaban su resistencia.

Es venerado por la fe cristiana, los drusos (árabes) y musulmanes. Su dolor y capacidad de confirmar su fe pese al martirio es tal vez lo que lo ha vuelto tan popular desde la Edad Media, en todo el mundo. Además de, claro está, su valentía para enfrentar al mal y salvar damiselas en peligro (una historia no canónica, claro).

La potencia de su drama: el dragón y San Jorge

Hay dos tropos que se desprenden de la historia de San Jorge. Uno que lo excede y que atraviesa toda la narrativa mitológica, cristiana (y de otras religiones) y de superhéroes que es la lucha del bien contra el mal –o el caos–. Relacionada con la alegoría que se conoce como psicomaquia (basada en un poema popular latino), sobre un combate religioso donde virtudes enfrentan vicios en la batalla por el alma del hombre.

Y el tropos particular de San Jorge, aunque se repite en otros santorales y mitos, es el arquetipo del caballero valeroso que enfrenta al dragón o la serpiente para salvar a la doncella, un motivo específico de auge medieval.

Una de las versiones más conocidas de esta leyenda es en la que San Jorge rescata a la princesa Sabra del dragón. Ella salió vestida de novia hacia el sacrificio, resignada a su destino, y en ese momento apareció Jorge, caballero cristiano armado con una lanza. El resto es historia, narrada y pintada tantas veces, en especial por los Prerrafaelitas ingleses, por su alta espiritualidad y su contraste con la maquinaria industrial y moderna.

La Boda de San Jorge y la princesa Sabra, de Dante Gabriel Rosetti (1857)
La Boda de San Jorge y la princesa Sabra, de Dante Gabriel Rosetti (1857)

San Jorge se convierte en el arquetipo canónico, aunque en realidad recicla elementos paganos mucho más antiguos. El héroe que vence al monstruo, que enfrenta a la bestia, es una alegoría que precede a San Jorge, es una estructura universal de las epopeyas. Desde Perseo y Andrómeda, Hércules contra la Hidra, pasando por el relato nórdico de Siegfried contra el dragón Fafnir, hasta la victoria de Indra sobre el demonio-serpiente Vritra, que retenía las aguas, en el hinduismo.

La versión más bíblica y directa de esta representación es la de San Miguel Arcángel en el Apocalipsis (12:7-9) quien vence al dragón-Satanás. Y San Jorge, su versión más popular y más cercana. San Miguel es la victoria de lo divino sobre el mal, un modelo angelical. San Jorge es el modelo humano, el caballero que con fe reproduce esa misma victoria en la tierra; un santo político y cultural, no solo religioso. Donde San Miguel es dogma, San Jorge es mito.

Y es un mito que, como otros, se funda en la necesidad humana de crearlos para procesar el caos de la vida, las catástrofes, las desdichas, las pasiones e incluso la apatía.

Las reliquias de San Jorge

Desde los primeros siglos, la Iglesia Católica sostuvo el culto a las reliquias como una práctica legítima y reafirmada en el Concilio de Trento (siglo XVI), en contraposición a los protestantes que las rechazan. Ahora, la adoración está reservada solo Dios y pasa de los objetos. Hoy la Iglesia considera la veneración de reliquias como parte de la piedad popular y una expresión válida de fe, siempre que no se confunda con superstición.

De Lod a Bizancio y de Bizancio a Europa, lo que se presenta como las reliquias de San Jorge están repartidas por distintas partes del mundo. Según la tradición más antigua, él está enterrado en la Palestina romana, Lod, Israel. En el siglo IV se construyó una basílica sobre su tumba y hoy la Iglesia Ortodoxa Griega de San Jorge conserva lo que se considera el sepulcro original del santo.

El Imperio bizantino repartió reliquias por varias otras iglesias. La más célebre es el Monasterio de San Jorge en el Fanar, sede del Patriarcado Ecuménico, que todavía las conserva. Y algunas otras, como su estandarte, fueron trasladadas a Roma a la Iglesia de San Giorgio in Velabro.

Hay más lugares donde se lo venera que dicen tener reliquias del santo. Desde la Catedral de Valencia con un extracto de su cúbito, hasta la Catedral Ortodoxa Griega de San Jorge en Hartford, EE.UU., con una falange. Quizás lo fascinante de las reliquias no sea su autenticidad, sino la insistencia humana de aferrarse a fragmentos para darle materialidad a lo que no se puede ver.

Más allá de lo teológico, venerar un objeto, incluso sin caer en el fetichismo, no deja de ser un fenómeno popular, convocante y tal vez necesario para quienes precisan una cosa concreta para relacionarse con lo sagrado o con la memoria. Es un lazo, no es divino pero hay algo en él que conecta con lo sacro, como si canalizara esa fe. La devoción popular, a través de un signo material, es también una vía hacia la espiritualidad.

Los atributos de San Jorge

El emblema más conocido es la cruz roja sobre fondo blanco, la Cruz de San Jorge, en forma de estandarte o escudo. Luego, su armadura de caballero que es el símbolo de su papel como soldado y mártir. Su lanza y espada con la que atraviesa al dragón, representan la fe que vence al mal. El dragón es también alegoría del paganismo o el demonio. El caballo blanco es signo de pureza y victoria. Y la hoja de palma, cuando aparece, se refiere al martirio de los santos.

La rosa roja no es uno de sus atributos sino un signo que proviene de la tradición catalana del Día de Sant Jordi (23 de abril), la fiesta de su celebración. Según la leyenda, brotó un rosal rojo de la sangre del dragón que San Jorge mató, y él tomó una rosa para entregársela a la princesa que había rescatado. Por eso en Catalunya se regalan rosas (y libros).

San Jorge en el arte pictórico antiguo y clásico

Así como Las Metamorfosis de Ovidio hicieron lo propio con la tragedia grecorromana en narraciones mitológicas sobre el origen del mundo, la Leyenda Dorada se convirtió también en manual de pintores. Estas son algunas de mis preferidas.

Arte europeo

En el Renacimiento y el Barroco, San Jorge fue un tema central para explorar la tensión entre el caos y el orden. Cada pintor, a su modo, usó el mito para desplegar técnica, fe y estilo.

San Jorge y el dragón, de Peter Paul Rubens (1606–08, Museo del Prado, Madrid)
San Jorge y el dragón, de Peter Paul Rubens (1606–08, Museo del Prado, Madrid)
San Jorge y el dragón, de Rafael (1506, Museo del Louvre, París)
San Jorge y el dragón, de Rafael (1506, Museo del Louvre, París)
San Jorge y el dragón, de Paolo Uccello (1456, National Gallery, Londres)
San Jorge y el dragón, de Paolo Uccello (1456, National Gallery, Londres)
San Jorge y el dragón, de Moreau (1889, National Gallery, Londres)
San Jorge y el dragón, de Moreau (1889, National Gallery, Londres)

Arte pictórico ruso

En la tradición rusa, San Jorge no es un héroe caballeresco sino un santo guerrero, protector de la comunidad, que desde temprano fue adoptado como santo patrono y símbolo de victoria y fe. Dentro de estas dos pinturas de la Escuela de Novgorod, la primera presenta un caballo marrón, que enfatiza lo humano y terrenal.

San Jorge y el dragón, de Novgorod (siglo XV, Galería Tretiakov, Moscú) con caballo marrón
San Jorge y el dragón, Escuela de Novgorod (siglo XV, Galería Tretiakov, Moscú)
El milagro de San Jorge y el dragón, de Novgorod (siglo XV, Galería Tretiakov, Moscú)
El milagro de San Jorge y el dragón, Escuela de Novgorod (siglo XV, Galería Tretiakov, Moscú)

Arte bizantino

En Bizancio, San Jorge aparece más cercano a la eternidad divina que a la carne de un mártir. El arte bizantino canonizó su imagen, con una presencia sacra, y como un arquetipo cristalizado en piedra y oro.

Mosaico de San Jorge en Tesalónica (siglo XI)
Mosaico de San Jorge en Tesalónica (siglo XI)
Mosaico bizantino en la Iglesia de Chora, Estambul
Mosaico bizantino en la Iglesia de Chora, Estambul

La iconografía de San Jorge –armadura, cruz roja, caballo blanco, lanza, rosas– se convirtió en un repertorio fácilmente reconocible y reciclable. No importa si se trata de un óleo del Renacimiento o de una camiseta de fútbol: la figura del caballero que vence al dragón funciona como sinónimo universal de victoria, fe y protección

En Brasil, San Jorge es Ogum en el sincretismo afrobrasileño: orixá de la guerra, del hierro y de la lucha. En Río de Janeiro su festividad congrega multitudes y combina procesiones católicas con rituales de candomblé y umbanda. La figura del santo-caballero fue también guerrero africano, emblema de resistencia y fuerza espiritual en un contexto colonial y mestizo. Y su imagen aparece a la vuelta de casa esquina, también en forma de fichas (o pines).

SESC Pompéia, obras Lina Bo Bardi. Sao Paulo, Brasil.
SESC Pompéia, obras Lina Bo Bardi. Sao Paulo, Brasil.

La pasión popular del fútbol no le escapa a esta veneración. Aldosivi, en Mar del Plata, lo adoptó como patrono. El FC Barcelona y el Genoa C.F.C. llevan la cruz de San Jorge en sus escudos, porque forma parte de la heráldica de sus ciudades. Como un signo identitario, un estandarte, condensa historia, fe y pertenencia.

En El Eternauta, la serie argentina de Netflix, San Jorge aparece de manera recurrente, entre sueños, pesadillas, visiones y catástrofes. Pero también en los escenarios de la trama principal. En Campo de Mayo, al protagonistas Juan Salvo le llama la atención el monumento a este santo y otro personaje le dice "Don, no le esquive a la Fe. El dragón anda suelto". Pareciera un símbolo de protección divina y a la vez humana, para Salvo que enfrenta monstruos de otro planeta.

En Assassin's Creed, la saga obsesionada con la Edad Media y las cruzadas, San Jorge aparece en una una memoria del Valhalla llamada The Legend of Saint George. Ahí se obtienen piezas de la armadura del santo como botín tras completar misiones. Y en Age of Empires II no aparece San Jorge pero sí hay referencias indirectas y está presente su iconografía en la civilización de los georgianos.

Siempre hemos necesitado héroes

San Jorge fue canonizado en el año 494 d.C. por el Papa Gelasio I, quien lo incluyó entre aquellos santos "cuyos nombres son justamente venerados entre los hombres, aunque sus acciones solo las conoce Dios". Santo es aquel que ha sido elegido por Dios para servir a un propósito divino: acaso la compañía, el símbolo de una fe indoblegable, la fuerza del espíritu para anteponerse a los peligros, a los dolores y a los conflictos.

Y más allá de esa canonización temprana, fue la tradición popular la que abrió caminos, multiplicó relatos de una fuerza narrativa que hasta hoy nos conmueve y convirtió a Jorge en un mito que viajó de oriente a occidente, de la liturgia a la calle y de las más grandes obras pictóricas a la estampita en la billetera.

El nombre mismo de Jorge guarda esa dualidad de evidencia y legado: en griego significa "el que trabaja la tierra". Pero en la Edad Media, al difundirse el culto a San Jorge en Europa, el nombre se mezcló en la percepción popular con otros nombres germánicos de raíz guerrera, y desde entonces carga con ambas acepciones, de campesino y combatiente. Jorge, recuerdo, fue Bergoglio: Francisco, el Papa nacido y criado en Argentina. Y Jorge es también García Cuerva, nuestro Arzobispo. Qué más ejemplos de siembra.

Algunos pensaran que no, pero necesitamos héroes: para sobrevivir al mal, para sentir protección y para sostenernos en las crisis de fe y de vitalidad. El coraje épico funciona a veces como refugio, otras como impulso. De los superhéroes o los ídolos a los santos, la búsqueda de un apoyo espiritual, de una certeza de valentía y fortaleza, es una necesidad humana.

Y hay historias que siguen vivas porque condensan ideas enormes y convocan a pesar de los siglos. Lo universal perdura. Las leyendas se actualizan. Los símbolos permanecen porque la necesidad de invocarlos trasciende tiempo y espacio.

Del martirio romano al caballero medieval, de las reliquias a las camisetas de fútbol, San Jorge está ahí para enfrentar a nuestros dragones, con todos los nombres que el mal tome en cada época.