"¿Qué es esa pelotudez de las cartitas?", me dijo mi viejo, a la Tony Soprano, una mañana mientras me llevaba en auto al secundario. Yo tenía 15 años y no muchas herramientas argumentativas para responderle. Años después, las cartitas me llevaron a recorrer el mundo trabajando como Juez de Magic: The Gathering. Y, además, me bancaron el estudio, me dieron mi primera moto y hoy son parte integral de mi vida profesional. Así es el Camino del Gordo.
Empecé a jugar Magic de forma inconsistente a eso de los 10 años, gracias a mi hermano y sus amigos, pero fui dejando y volviendo intermitentemente. Tuve el reencuentro definitivo con el vicio a los 14, cuando entré por primera vez al viejo El Señor de los Anillos (una comiquería en el barrio de Colegiales, hoy llamada Muy Lejano) y me compré mi primer mazo, un preconstruido Negro-Verde Infectar. El flechazo fue instantáneo.
Más me fui metiendo en pasar de casual a competitivo y más me daba cuenta de la realidad irrefutable: Magic es un hobby caro. Abundaban los eventos competitivos gracias a nuevos formatos y la presencia de MTG Mulligan, un organizador argentino, pero a mí me faltaba cada vez más plata. Ahí, en un torneo organizado en el puente de Maipú al lado del Tren de la Costa, conocí la figura del juez de Magic: una persona que estudia las reglas del jueguito para hacer de árbitro y además llevar adelante los torneos, ronda por ronda. Volví a mi casa, me descargué los PDF con las reglas y, con la ayuda de un juez local, rendí y aprobé el examen de certificación de juez nivel 1 (en ese momento había cinco niveles; mayor el número, más Gordo eras). El vínculo con las cartas nunca volvería a ser el mismo.
Me certifiqué a los 16, y los primeros dos años fueron más por hobby y por mantenerme en contacto con el juego que me gustaba más que otra cosa. Hasta que fui seleccionado para mi primer evento grande en Brasil, uno de los viejos y queridos Grand Prix, torneos competitivos grandes y abiertos.
Ahí picó el bichito fenicio del rédito, y el sabor de esas mieles no puede ser ignorado. Así, el hobby empezó a portarse como una ganancia extra. Y poco a poco los destinos se volvieron más falopa y más llamativos: al año siguiente de Brasil me convocaron para un evento similar en Ámsterdam, y ese año lo cerré con el Grand Prix Vancouver, en Canadá. Todo empezaba a desdibujarse y la jodita que me hizo llevar matemática en tercer año y tanto me costaba justificar frente a mi viejo arrancó a ser algo serio. Comencé a transitar el Camino del Gordo.
Qué implica ser Juez de Magic
Primero y principal, ser muy gordo y tetón, al menos espiritualmente; porque si no estás para nerdearla, la flora y la fauna te pasan por encima. Obvio, una de las cosas más importantes es saber todas o la gran mayoría de las reglas del juego. Esto no es saber jugar y ya, si no poder entender de forma íntegra el funcionamiento del juego, los cómo y los por qué. Es decir, sus reglas de juego completas, así como las políticas de torneo y en parte la filosofía detrás de todo el combo.
Cuando hablo de políticas de torneo, hablo de los procedimientos y el meta-reglamento que hace un torneo más allá del juego en sí: comunicación durante los partidos, estructura de torneos competitivos, ese tipo de cosas. Y cuando hablo de filosofía, hablo del por qué detrás de estas dos cuestiones anteriores. ¿Cuál es la idea detrás de, por ejemplo, darle un Juego Perdido –Game Loss para los hinchas de Boca– a alguien que llegó 5 minutos tarde a la mesa una vez que empezó la ronda? ¿O por qué permitimos que ciertas acciones se puedan revertir y otras no? Porque la principal tarea de un árbitro suele ser, bueno, arbitrar: mediar en una situación o conflicto y poder resolverlo con una comprensión de lo sucedido y un resultado esperado.
Y a su vez, también es ser, de forma mística pero precisa, una especie de Pastor de Gordos: un guía en un pantano de cartas. Su grupo de amigos le pregunta de reglas, los jugadores que lo conocen le cuentan interacciones que tuvieron en sus partidos y los dueños de los locales le consultan sobre cómo se hace tal o cuál cosa.
Cómo es trabajar como Juez en torneos de Magic
Uno suele entrar creyendo que con saber medianamente cómo funcionan las reglas de Magic: The Gathering y estar al tanto de las cartas que ven juego ya puede hacerse cargo de un torneo: ahí es cuando la multidisciplinariedad del Gordo te mete un bife de revés en la boca.
Lo primero y fundamental que hace un juez es responder dudas sobre reglas del juego: leyó los documentos, conoce bien el reglamento y suele poder responder casi toda duda usual en un torneo de Magic. En esa misma línea, también tiene como función asegurar que la integridad del torneo se mantenga: que nadie haga alguna magia tramposa, por ejemplo. Pero acá de repente empieza a complejizarse la mezcla, porque la integridad del torneo también implica evitar que un Gordo se vaya a las manos con otro Gordo. O, en caso que la invitación al mano a mano por las fetchlands suceda, desescalar la situación para que no pase a mayores.
De repente, el juez tiene que manejar cierta fineza social. Poder hablar, de forma centrada, para que no se despelote todo. Tiene que poder explicarle a un jugador que su oponente es manco y no intentó sacar una ventaja al pagar mal un hechizo, o enseñar que una regla no funciona como el jugador creyó que lo hacía. Incluso, si llega a encontrar a un Gordo haciendo trampa (como agarrar cartas de más), tiene que poder descalificarlo, explicarle las razones y efectivamente sacarlo del torneo, por el cual el Gordo pagó y se preparó. Yo descalifiqué tres veces a la misma persona, en tres eventos y tres años distintos; un jugador argentino a quien le tengo mucho aprecio.
Sumado a todo esto, el juez está a cargo de los procedimientos a nivel logístico del evento: dar inicio a cada ronda, asegurarse de que los Gordos, a medida que terminen sus partidas, reporten el resultado correspondiente, y ponerle onda a que el torneo termine a tiempo.
En cuanto a lo técnico-logístico-contractual, no, un Juez de Magic no es empleado de Wizards of the Coast ni de Hasbro, ni tampoco de las empresas organizadoras de eventos (como Pastimes, StarCityGames o demás). Es un colaborador, un monotributriste de la carátula "independent contractor" que brinda un servicio específicamente para ese evento y después vuelve a su casita, a veces con sobres de cartas, a veces con cartas promocionales que tienen un buen valor en el mercado individual.
Para ciertos eventos te envían el aéreo directo, para otros te dan un extra que te sirva de viático; generalmente, sirve más para bancarse un viaje y amortizar vacaciones que para vivir un par de meses de esto. Además, la frecuencia de eventos no es tan alta: MagicCons, los eventos de gran escala que más gente atraen y más staff necesitan hoy en día, sólo suceden tres veces al año. Así que es una tarea que pulula en el área gris entre hobby y changa. No son muchos los que pueden vivir de esto, ya que implica ser conocido a nivel mundial y que te llamen para todos los eventos posibles.
Cómo es el circuito competitivo de Magic: The Gathering
Reglas, habilidades sociales, logística. La trifecta del juez en el Camino del Gordo. Así aparece un factor poco considerado para el perfil de los jueces/árbitros/referís de juegos de cartas o de mesa: la perspectiva de organizador, de productor y de coordinador logístico. A todos mis matches de Tinder y OkCupid siempre les dije "organizador de eventos"; respuesta que, siendo mitad honesto y mitad ladri, es bastante cierta. Ser Juez de un juego de cartas, principalmente Magic, termina inevitablemente involucrando fuertes manejos de logística, organización de lugares, de eventos y especialmente de gente.
Ahora, ¿qué pasa cuando un torneo, en vez de tener 12 personas y ser en las mesas que un local tiene en el fondo para la ocasión, tiene más de 100 jugadores y se lleva a cabo en un salón o centro de eventos, y encima el premio es buena guita? Ahí se necesita más de un juez y, como todo en la vida social humana, eso requiere organización y jerarquía para funcionar. Entran los roles de Gordo, como Juez Principal, Líder de Equipo y Juez de piso. Así, el Camino se va complejizando más y más.
Después del hard-reset que fue el COVID para el mundo, los torneos enteramente competitivos de Magic fueron desapareciendo y se reemplazaron con una lógica más de convención, como las hoy centrales MagicCon. Ahora Magic es un producto que combina distintas Propiedades Intelectuales y marcas, como Final Fantasy, El Señor de los Anillos o incluso Bob Esponja, por lo que celebrar eventos sólo a modo de competencia ya no es rentable ni viable para la lógica de vender cuanto producto sea posible en el marco de un evento único. Dato de color, este artículo se empezó a escribir desde un hotel en Las Vegas, durante el fin de semana de MagicCon Vegas 2025 ft Final Fantasy.
Hoy trabajo de manera cercana con la organización de las MagicCon y, si bien fui juez de varios Pro Tour (los eventos competitivos de más alto nivel, que entregan decenas de lucas verdes de premio), en el último tiempo mi rol en eventos es más de coordinación, planificación y logística en áreas de la convención, por lo que ya no suelo responder preguntas de reglas pero sí resolver complicaciones a nivel funcionamiento de toda un área del evento.
Juecear o jugar
Trabajar en eventos de Magic de esta forma genera un efecto inevitable: te insensibiliza con respecto al juego. Cada vez jugaba menos, cada vez quería tener menos que ver con pasar cinco horas jugando cinco rondas de Modern, o si me juntaba con amigos a tirar unas manos, después del primer partido ya me aburría. Lo mismo con la emoción de abrir un booster de cartas: absolutamente aniquilada. En los eventos grandes se maneja tal volumen de producto que, al abrir varios pallets de cientos de cajas de sobres para preparar todos los drafts y los premios del fin de semana, se pierde completamente ese semi-erotismo que de pibe me daba abrir un sobre y ver qué venía adentro. Una impotencia auto-infligida.
Obviamente es un rol que abre una puerta de posibilidades bastante grande que, aunque te aleje del juego a nivel lúdico, te acerca mucho más a uno de los factores a veces no tenido en cuenta pero de vital importancia para el mismo: el factor social. Magic es, en todas sus versiones y sus estadíos, un juego social. Un juego que depende enteramente de la comunicación entre los participantes y que, gracias a eso, termina inevitablemente formando comunidad.
Cada tienda donde se venden cartas y se hacen eventos, cada grupo de Gordos que comulga entre sí los viernes a la noche pidiendo una pizza y juntándose a jugar Commander o Cubo y hasta cada evento a gran escala donde una persona parece ser sólo una más entre miles generan su propia comunidad, de gente que comparte un código, una comodidad y una manera de jugar el juego. El Juez de Magic, al menos en su concepción más atómica y originaria, está pensado también como alguien que promueve y alienta a la comunidad.
Por poner un ejemplo, creo que no hay un sólo local de Magic en toda la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y alrededores donde no salude al menos a tres personas al entrar un viernes. O, así mismo, no hay un sólo dueño de tienda u organizador de eventos con el que no haya trabajado. Enseñé a jugar Magic en varios stands en convenciones que nada tenían que ver con el jueguito, organicé conferencias para capacitar a otros jueces e incluso para aconsejar a jugadores en cómo encarar un torneo competitivo. Así fui viendo cómo funcionan todos los grupos, todas las distintas comunidades y los espacios que cohabitan.
En ese sentido, el rol del Juez de Magic es también un rol del Conservador de la Llama, aquél que promueve y mantiene el Camino del Gordo transitable para otros. Yo lo sigo transitando. Pero si no sos alguien que le interese que el resto la pase bien, entonces este camino no es para vos: seguí jugando UW Taxes.
Cómo convertirse en Juez de Magic
Bueno, acá la respuesta es medio una verga: hoy en día es complicado, pero simplemente porque Wizards dejó de dar soporte oficial a todo lo referido a jueces. En una clásica movida de corpo yankee que quiere safar de litigios, los Magos de la Costa decidieron desvincularse de toda organización paralela que no implique producir el juego; de hecho, ellos no organizan más ningún evento de Magic: todo lo hacen empresas con quienes tienen algún que otro arreglo. En este estado de cosas, ya no hay estructura "oficial" que establezca cómo y cuándo alguien se puede certificar como Juez de Magic, y quienes seguimos teniendo este rol lo hacemos por tener experiencia y saber cómo mantenernos al día con todo lo que pasa.
Ahora, esto no quiere decir que el Camino del Gordo se haya cerrado, porque si algo sabemos es que la Gordeza radica en el espíritu, no en un título. Siempre harán falta quienes estén ahí, ya sea en su grupo de Gordos o en un local de Magic, aprendiendo bien las reglas para responder las dudas de quienes los rodean, para enseñar a jugar a las nuevas generaciones e incluso para ayudar a que el juego que tanto queremos siga siendo motivo de diversión, de anécdotas y, sobre todo, de encuentro. Porque por algo es Magic: La Ranchada.