La ufología argentina pega distinto: pioneros y testigos de casos OVNI

Argentina, además de tener un nutrido catálogo de eventos asociados a OVNIs, cuenta con una larga tradición ufológica. Esto significa que no sólo tenemos muchos casos de avistamientos que fueron causantes de largas controversias, sino que también somos prolíficos en la investigación del fenómeno OVNI como experiencia humana.

Luego de una breve pero intensa investigación, descubrí que la tradición ufológica argentina moderna ha tomado distancia de la ufología norteamericana, que paranoica y obsesivamente se dedica a desmantelar la conspiración entre agentes de la CIA y seres extraterrestres, para ofrecer una perspectiva fenomenológica que tiene todos los números para rescatar a la ufología del ámbito de la pseudociencia.

La narrativa norteamericana y las teorías conspirativas

Es difícil hablar de ufología y no pensar en hologramas de aliens cabezones, platos voladores flotando en medio del desierto y agentes especiales recolectando evidencia. Es una respuesta natural a décadas de exposición a la narrativa norteamericana sobre el fenómeno OVNI, que combina discursos de corte científico con fantasías new age, introyectados en el imaginario colectivo en un pastiche tecno-kitsch ultra marketinero.

Las representaciones de mensajeros celestiales que vienen en misiones de paz a la Tierra conviven sin conflicto con las teorías sobre civilizaciones intergalácticas que se acercan a nuestro planeta con tecnología de punta e instalan bases en el fondo del mar para controlar nuestro comportamiento y, eventualmente, dominarnos. Es una disputa estética dentro de un campo en el que nadie tiene pruebas pero tampoco dudas de que los extraterrestres existen, son más capos que nosotros y seguro están entongados con la CIA.  Los extremos siempre convergen en el mismo lugar: las teorías conspirativas.

Este enfoque paranoico-trascendental hizo del debunking el eje de la ufología, ya sea desde el Estado para desacreditar los testimonios de quienes tuvieron experiencias con OVNIs (vean el informe de AARO), como también desde las organizaciones independientes que, por el contrario, buscan desmantelar la trama burocrática que oculta los "verdaderos" datos. Y esto no es menor, porque incluso en aquellos casos donde las metodologías de investigación implementadas respetan las reglas de la ciencia moderna, el lore de la ufología sigue atravesado por los condicionamientos culturales de los estadounidenses que viven peleados con el mundo sensible y sus contradicciones.

Imagen por @galatemplo
Imagen por @galatemplo

La ufología argentina: entre el empirismo, el misticismo y la fenomenología

Por suerte, los argentinos no tenemos en tan alta estima a nuestras agencias de inteligencia y desarrollamos una tradición ufológica menos conspiranoica, nutrida por ensayos, revistas y autores dedicados a la investigación del fenómeno OVNI que, desde mi perspectiva, se organizan en tres grandes corrientes.

El primer grupo son investigadores que asumen una perspectiva técnico-científica, para quienes la misión de la ufología es determinar de manera objetiva qué sucedió cada vez que se reporta un avistamiento y documentar con la mayor precisión posible aquellos eventos que no pueden ser explicados. Tiene por exponentes a Roberto Banchs, Carlos Ferguson y Luis Burgos, y revistas como OVNI, un desafío a la ciencia, dirigida por Oscar Galíndez  (1974 y 1976); UFO Press, publicada por la franquicia nacional de la CUFOS de Hynek (1976 y 1987), y Visión OVNI, creada en 1991 por Silvia Pérez Simondini, continuada en la actualidad por su hija Andrea, también directora de CEFORA, la Comisión de Estudio del Fenómeno OVNI en la República Argentina.

La segunda corriente es una suerte de new age con componentes telúricos, que desplaza el aspecto físico-material del eje de la ufología para concentrarse en el fenómeno OVNI desde una perspectiva simbólica, cultural y mí(s)tica en la que aparece la posibilidad de experimentar con otros niveles de la realidad y descubrir mensajes, advertencias y energías que vienen de otras galaxias para enseñarnos algo. Liderada por celebrities como Pedro Romaniuk y Fabio Zerpa, esta corriente se difundió, principalmente, a través de la revista Cuarta Dimensión (1974- 1990) pero también tiene sus resonancias en autores como Antonio Las Heras, Raúl Avellaneda y Diego Viegas, más influenciados por Carl Jung y sus derivaciones en disciplinas como la psicosíntesis, la parapsicología y la antropología transpersonal.

Finalmente, la corriente sobre la que quiero profundizar sintetiza, hegelianamente, a las otras dos, creando una suerte de tercera posición dentro de la ufología que, a mi entender, es un hallazgo.

Alternativa OVNI es una revista que se publicó entre 2014 y 2017 de manera irregular, pero que tiene la particularidad de haber reunido diferentes voces de la ufología nacional, que individualmente encajan en las corrientes descriptas más arriba pero que colectivamente terminan ensamblando un destino para la investigación ufológica bastante prometedor. Como proyecto colectivo, y aunque no tuvo un director editorial declarado, la revista favoreció el surgimiento de una perspectiva integradora dentro del campo, que permite pensar a la ufología como disciplina, más allá de las creencias o convicciones personales del investigador.

De hecho, en sus primeras páginas se lee el siguiente manifiesto:

"El Investigador OVNI NO CREE, INVESTIGA. Y para investigar debe alejarse de sus propios prejuicios que enturbian su labor.
Existe una sola clase de investigador ovni, no dos. Las investigaciones de campo y de "salón" son complementarias.
No investigamos ovnis, sino testimonios de personas que afirman haber visto ovnis.
Los objetos voladores no identificados son nada más que ovnis, sin agregados extras.
Es imposible acceder directamente al fenómeno para poder investigarlo dado la fugacidad del mismo.
Sin testimonios no hay ovnis. Por lo tanto, una huella, o cualquier otra manifestación en que no se halle presente un potencial testigo, no necesariamente nos remite al fenómeno en sí."
Alternativa OVNI, octubre de 2014.-

Lo que están planteando es una propuesta metodológica que posiciona la investigación ufológica en una zona más cercana a las ciencias humanas que a las exactas, desplazando el problema de la existencia o inexistencia de los seres extraterrestres o de los OVNIs para poner en el centro al único objeto posible de investigación: la experiencia subjetiva y sus condiciones. Algo parecido a la fenomenología transcendental kantiana –la que le gusta a Juan–, que distingue la cosa en sí (en este caso OVNIs, OSNIs y extraterrestres objetivos, que pueden o no existir) del fenómeno, que no es ni más ni menos que la forma en la que algo se aparece en la conciencia, curiosamente no para evaluar si coinciden o no, si no para extraer conclusiones sobre ese resto de sentido y determinación que proviene del sujeto. Sí, Kant era un poco deleuziano.

Traducido a la investigación ufológica concreta, este enfoque supondría estudiar los testimonios de los testigos minuciosamente, buscando patrones comunes en los relatos, sin la pretensión de encontrar en ellos una verdad que trascienda la opacidad de la representación subjetiva. En este contexto el testimonio funciona solito, con independencia de su valor de verdad en relación a la cosa en sí a la que se remite fantasmagóricamente, expresando una verdad sobre las condiciones de la experiencia humana sobre lo desconocido.

Imagen por @galatemplo
Imagen por @galatemplo

El goce de lo irresuelto

En los avistamientos de OVNIs u OSNIs, un caso positivo es aquel en el que no es posible establecer una causa conocida que explique el evento. En otras palabras, si las autoridades que se ocupan de investigar casos reportados –en Argentina, el Centro de Identificación Aeroespacial– no logran determinar si lo que el testigo experimentó era, en efecto, un avión, una estrella, un satélite, un show de bengalas o uno de esos espantosos globos de fuego que la gente compra para las fiestas, entonces, para la ufología es plausible que nos encontremos ante un suceso de origen extraterrestre. De ahí que en este dominio los casos irresueltos sean los más jugosos, porque son básicamente aquellos en los que no ha sido posible refutar que el evento sea, como diría Antonio Las Heras, insólito.

En Argentina, como en casi todo el mundo, los testimonios provienen principalmente de dos tipos de perfiles: gente instruida en la observación del cielo y el mar como militares, pilotos o navegantes y gente que vive en zonas rurales, sin una instrucción formal pero acostumbrada a observar lo que sucede en el entorno natural.

En el primer grupo entran los OSNIs de Frondizi, detectados intermitentemente entre 1958 y 1960 por la Armada en la zona de Golfo Nuevo, Chubut, que terminaron con el despliegue de un operativo de barcos, aviones y cargas de profundidad con el objetivo de destruirlos que, obviamente, fracasó.

También están los avistamientos de OVNIs en la Isla Decepción en la Antártida en 1965, protagonizados por el teniente Daniel Perissé, coincidentes con las declaraciones de observadores en la base chilena Arturo Prat, a más de 100 km de distancia, y también de integrantes de la misión científica británica en Puerto Forster. El informe de la secretaría de Estado, por otra parte, indicó que "dos variómetros en funcionamiento acusaron, para la hora del avistaje, perturbaciones al campo magnético, registradas por la cinta de dichos aparatos".

Otro caso emblemático es el del piloto Jorge Polanco, de Aerolíneas Argentinas, que en 1995 fue seguido durante 17 minutos por un objeto luminoso mientras se preparaba para aterrizar en Bariloche. Este es, quizá, el más llamativo de todos, porque el hecho fue confirmado por torre de control y testigos en tierra. "Era un plato de unos treinta metros de diámetro que estaría a unos 50 metros del avión. Me acompañó en la etapa de descenso hasta el aeropuerto. ¿Mi primera reacción? '¡¿Qué carajo es esto, qué carajo es esto?!'. Pero mis colaboradores no respondían, sólo lloraban del miedo".

Por otro lado, entre los casos protagonizados por civiles hay tres que están muy bien documentados y llamaron la atención de toda la comunidad ufológica internacional. En 1963, en Trancas, Tucumán, tres mujeres tuvieron un OVNI estacionado en su finca durante 45 minutos. En sus testimonios contaron que vieron salir un holograma con múltiples figuras y que pudieron divisar cinco naves más sobre las vías del tren, un poco más lejos de la casa en la que se encontraban. Además, una de ellas sufrió quemaduras en la cara y el cuerpo como producto del impacto de una suerte de luz que disparó la nave que tenían más cerca. Según un número de la revista OVNIS, un desafío a la ciencia de 1974, se trataba de uno de los casos más documentados de la historia, al menos hasta aquel momento, por la calidad de los testimonios, las marcas en el pasto y las pruebas recogidas en el sitio, entre las que hallaron residuos de la nave compuestos por calcio en estado casi puro.

Otro testimonio muy condimentado es el de Carlos Diaz, un empleado ferroviario que en 1975 declaró haber sido abducido en Bahía Blanca durante la madrugada y trasladado hasta Constitución en 18 minutos, donde un vecino lo encontró inconsciente en su patio. En su relato Carlos cuenta que durante su estadía en la nave estaba muerto de miedo y que los seres que estaban dentro "levitaban". Además, recordó que cada vez que los tocaba perdía pelo y se les quedaba pegado a ellos, cosa que coincide con el informe clínico que hicieron en el hospital después del evento. ¿Habrán venido a resolver el problema de la calvicie intergaláctica?

Pero mi caso favorito de este género es el de Juan Pérez, un gaucho de Venado Tuerto que, en 1978, cuando tenía 12 años, se topó con un plato volador en el campo de su familia y accedió al interior de la nave. Los relatos de Juan son espectaculares y pueden verse en el documental dirigido por Alan Stivelman, Testigo de otro mundo, en el que el protagonista cuenta cómo fue su experiencia y las marcas que dejó en su vida, que siguen siendo palpables 40 años después del hecho. ¿Un plus? El mismo día del encuentro de Juan, otros dos vecinos de Venado Tuerto denunciaron eventos extraños que involucraban un OVNI.

Hay un montón de casos más que no estoy mencionando pero que pueden encontrar navegando la web o charlando con la IA. Pero les quería dejar un compiladito para los que están cansados de ver documentales yankis sobre OVNIs con tramas burocráticas aburridísimas. Por suerte, los argentinos asumimos desde el vamos que el misterio es una cosa de la naturaleza y no de las instituciones, actitud que algunos considerarán ingenua, pero nos permitió desarrollar una tradición ufológica más divertida y que tiene más chances de escapar a las acusaciones de pseudociencia, sin la necesidad de renunciar cínicamente al irracionalismo latente en el fenómeno OVNI.